Como se esperaba, tres miembros del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el bloque lopezobradorista (Mónica Soto, Felipe de la Mata y Felipe Fuentes) —a pesar de las múltiples evidencias que viciaron el proceso de manera tendenciosa e inequitativa—, aprobaron la primera transa electoral judicial en favor del proyecto antidemocrático oficialista. Y la pregunta obligada es: ¿qué se puede esperar de algunos que aparecen como ganadores —de manera ilegítima—, independientemente de que usen toga o algún traje típico?
De esta manera se rechazó el proyecto del magistrado Reyes Rodríguez, quien recabó más de 3 mil pruebas sobre la maniobra con acordeones. Ante ello, la magistrada presidenta del TEPJF, Mónica Soto, histriónica y con acordeón en mano, preguntó al ponente: “¿Quién lo hizo?, ¿dónde se hizo?, ¿cuándo se hizo?, ¿a quién se le repartió?, ¿quién lo entregó para darlo como prueba?”. Preguntas que debiera responder el INE pero que, con la beneficiada y funcional Guadalupe Taddei al frente, poco o nada se podría esperar.
Reyes Rodríguez, quien además recolectó 3 mil 388 acordeones impresos aportados por denunciantes e incluyó 374 imágenes, videos, audios, enlaces de internet y reportes periodísticos para fundamentar la existencia y uso ilegal de las guías de votación, explicó: “Existió una estrategia ilícita, coordinada, sistemática y generalizada de distribución de acordeones que tuvo el propósito de influir en el voto de la ciudadanía. Dicha estrategia fue eficaz”. Por su parte, la magistrada Janine Otálora, también presentó argumentos estadísticos que exhiben la trampa: “mientras más personas votaban —sostuvo—, más crecían los votos para las mismas nueve candidaturas ganadoras, cuando la experiencia dicta que en una elección típica, a mayor votación mayor diversidad de opiniones”.
De esta manera, 3 a 2, los oficialistas se impusieron y rechazaron la nulidad de la mal llamada elección judicial.
El bloque oficialista no pudo negar los acordeones —los tuvieron en sus manos—, pero sí descalificaron su importancia, su influencia, el valor probatorio en la inducción del voto; esto es, su uso masivo e intencionado. Lo cual, dicho sea de paso, resulta innegable. Así, los incondicionales —como hemos visto, quitan independencia e imparcialidad al Tribunal—, niegan la realidad y no garantizan impartición de justicia.
Aprobaron irregularidades e ilegalidades que envían un mensaje indignante y peligroso, no sólo por la gravedad de lo que ahora consuma, sino porque puede tomarse como modelo para próximos fraudes electorales, garantizando su impunidad.
Sobre esta transa, el periodista Ciro Gómez Leyva calificó el acontecimiento como “la mayor trampa, la mayor defraudación, el mayor fraude de la historia electoral de México y además el más flagrante, y el más cínico de todos”. Sí, de aquí viene el nuevo y antidemocrático Poder Judicial del acordeón, cobijado desde el oficialismo al que se debe. ¡Qué vergüenza!
Consultor. Doctor en Comunicación, y en Ciencias Políticas y Sociales.