Miguel Ángel Vichique

Oficialismo criminaliza manifestación

Sheinbaum se ha mostrado desmedida, siguiendo el manualito lopezobradorista de crear enemigos

Ante las acusaciones contra Adán Augusto López, Noroña, Cuauhtémoc Blanco, Rocha Moya, “Pepín” López Obrador y tantos otros impunes; la transa de la supuesta elección —y en general la reforma judicial—; las exhibiciones del grupo morenista dorado que contradice el fallido decálogo presidencial; las lujosas vacaciones de viajeros del bienestar (el suyo); los conocidos errores de autoridades de su partido ante las intensas lluvias; los escándalos de corrupción (como el huachicol fiscal); la falta de apoyo al hoy occiso alcalde de Uruapan, Carlos Manso —valiente líder crítico y potencial candidato a gobernador de Michoacán—, y la indignación que ello ha suscitado; Claudia Sheinbaum se ha mostrado errática y desmedida, al intimidar, satanizar y repartir calificativos siguiendo el manualito lopezobradorista de creación de enemigos, conspiraciones, polarización y victimización para justificarse.

Habría que agregar la falta de autocrítica en la insostenible y triunfalista narrativa oficial, sin asumir que las víctimas son familias de asesinados y desaparecidos; limoneros y aguacateros extorsionados; agricultores que ya no saben qué hacer; damnificados olvidados; transportistas asaltados; enfermos que no reciben medicinas; en fin, tantos mexicanos que padecen ineficiencias y abusos.

Por ello, la legítima y nutrida marcha del 15 de noviembre, convocada por la llamada Generación Z —que terminó siendo intergeneracional, incluyendo familias—; que se multiplicó en más de 50 ciudades, también alteró a Sheinbaum.

Pusieron vallas y acrecentaron la ofensiva de descrédito para desvirtuar la manifestación pacífica de protesta.

La violencia fue provocada por el Bloque Negro —tan tolerado por el oficialismo—, no por quienes exigían justicia y paz; rechazaron la corrupción; y gritaron “¡Fuera Morena!” y “¡Narco Gobierno!”. Sí, el mismo gobierno populista y autoritario que afirma no reprimir, pero lo hace con granaderos que —dicen— tampoco existen; a diferencia de otros eventos donde se causaron destrozos, la policía no intervenía y el oficialismo decía que no caería en provocaciones.

Hay que evitar la violencia —siempre— y detener a verdaderos responsables, no a inocentes.

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