El propósito oficialista de acumular poder por todos los medios ha impuesto un ritmo que, de suyo, complica el análisis amplio y profundo sobre la valoración de la destrucción que lleva a cabo y del andamiaje legal que impone. No obstante, son muchos los hechos que escapan de su control, lo mismo el huachicol -que ya no existía, según el demagogo de Macuspana-; los laboratorios de droga -desestimados-; las masacres -que también negaba el tabasqueño-; el desabasto de medicinas -que aseguró Sheinbaum terminaría meses atrás-; en fin, la realidad del país.
Es importante insistir en la reciente farsa electoral y el uso antidemocrático del acordeón; del cual nadie sabe, nadie supo. La presidenta dijo: “eso ya pasó”; pero no la impunidad.
Sheinbaum justificó que eran muchos cargos y por ello los votantes llevaron su propio acordeón, ¿y los miles o millones que no hicieron los electores?
Sostuvo: “si hubiera todo mundo votado igual, pues todos los votos hubieran sido iguales, todos hubieran tenido la misma cantidad de votos (sic)”. Sin embargo, el consejero del INE, Martín Faz -quien votó en contra de la validación-, ejemplificó: tan sólo para la SCJN, 23% (19,336 casillas) fueron esas 9 candidaturas exactas; en otro 12. 13%, 8 de 9 candidaturas; en otro 11%, 7 de 9 candidaturas; y en otro 15.54%, 6 de 9 candidaturas, por lo que en 61.7% de las casillas obtuvieron la mayoría de los votos, entre las 6 y las 9 candidaturas de dicho acordeón. Y explicó que existían 7,468 millones de combinaciones entre las 64 candidaturas de las que debían elegirse 9 y en las que además había que elegir 5 hombres y 4 mujeres, y añadió que es más fácil sacarse el Melate que tiene 32 millones 468 mil 436 combinaciones. Y el Tribunal de Disciplina Judicial es otro caso de escándalo y desvergüenza.
Hubo diferentes acordeones con Hugo Aguilar a la cabeza, por lo que eso de que “todo el mundo hubiera votado por los mismos” es inconexo e insostenible. Fue una estrategia diseñada, precisamente, para ganar y enmascarar el triunfo. La complicidad no es sólo de quienes los ordenaron y distribuyeron, sino también de los que encubren.
Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, dijo que los acordeones se debían a la “creatividad del pueblo mexicano”. Vaya ingenio para tirar la piedra e intentar esconder la mano.
Según Sheinbaum: “yo no le voy a hablar (a Hugo Aguilar) para orientar ninguna votación”. No obstante, existe sospecha fundada debido al perfil oficialista de Hugo, lo que puede hacer que no haga falta que le llamen (tal vez él tome el teléfono); y porque López Obrador reconoció públicamente que llamaba a Arturo Zaldívar –incondicional-, y esta situación puede repetirse, por obvias razones.
No hace falta mucha ciencia, sólo lógica simple: ¿a quién le convino el acordeón?, ahí hay que buscar a los maleantes.
La mano, como parte del brazo ejecutor, no es tan invisible -pero sí impune-; la del morenismo oficialista y antidemocrático que muestra las uñas. ¿Quién será el cerebro?