En México —y particularmente en Querétaro—, se abre un paréntesis —una fiesta—, una pausa en la dinámica sociocultural que celebra, a la vez, la cultura y la vida. Y que se presenta, además, con pasión, talento y categoría a partir de la convicción de que el arte es “un derecho indispensable en la vida humana”, y claro que lo es.
Tenemos una gran noticia: el Festival Internacional de Danza Ibérica Contemporánea que, en diferentes espacios, así como en múltiples plazas y calles, abre las puertas para que la alegría se desborde por todos lados.
Es considerado el más importante de Latinoamérica y, ahora que Ibérica cumple 20 años —con su décima edición de Ibérica Contemporánea—, tira la casa por la ventana para dejar una huella perdurable. Ofrece un programa verdaderamente espectacular: con Sara Baras como invitada especial —máxima exponente del ballet flamenco a nivel mundial—, así como de un importante grupo de artistas de primer nivel —además de varios emergentes—; eventos y espectáculos; cursos y talleres; clases magistrales; otorgamiento de becas; experiencias culinarias; performance; callejoneadas; documentales; galas; peñas flamencas; en fin, cante y baile, por aquí y por allá.
Y es que cuando aparece el duende, se siente una conexión extraordinaria, casi inexplicable. Con razón Federico García Lorca, en su conocida conferencia Teoría y juego del duende, aseguró: “El duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: ‘el duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies’. Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto”. Y así es.
Por ello, el poeta granadino, agregó: “todas las artes son capaces de duende, pero donde encuentra más campo, como es natural, es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que estas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto”.
Pues ahora el duende aparece en Querétaro, que ha sido reconocido como la capital del flamenco, punto de encuentro y puente cultural indiscutible.
Felicitaciones para la entusiasta Adriana Covarrubias y su equipo ampliado —el mérito fundamentalmente es de ellos—, quienes desde la Fundación Proart ofrecen el corazón y se entregan para gestionar y mantener la excelencia organizativa y logística y, así, garantizar la calidad y el éxito.
También es justo reconocer la participación de los gobiernos estatal y capitalino, así como de las diversas empresas y colaboradores sensibles a estas expresiones artísticas que se han sumado a este plausible esfuerzo.
Es tiempo de contento, y Querétaro lo sabe. Y, ciertamente, como sucede con lo bueno, siempre se quiere más; entre otras razones, porque hace falta más y para todos.
Larga vida a Ibérica, que cruza el espectáculo para llegar al arte. Vamos, pues, a disfrutar estos días de la tan esperada y motivante experiencia ibérica; vamos al encuentro con el duende.