Hace apenas unos días, un diputado panista y otro independiente rechazaron la despenalización del aborto en Querétaro, lo que generó enfrentamientos, pero mantuvo el sí a la vida. La iniciativa había sido elaborada por el expriista y ahora legislador naranja, Paul Ospital, y —según se ha publicado— no obstante, esta negativa, deberá ser llevada al Pleno, para ser votada por los 25 diputados. Aunque, también, existe otra iniciativa sobre el tema del morenista Arturo Maximiliano García.

La Comisión de Administración y Procuración de Justicia —con la abstención de un diputado morenista—, votó en contra de la propuesta de Ospital, pese a estar respaldada por el morenismo y compañeros de viaje.

Luego de ello, como suele ocurrir, se multiplicaron los embates en contra de quienes dieron la cara y defienden las dos vidas, la de la madre y la del hijo o hija; el derecho humano a la vida; la dignidad de la persona; la exigencia de proteger la vida de todos, particularmente de los más inocentes e indefensos; en fin, de los que promueven el derecho a vivir en contra de la cultura de la muerte.

Por eso, este 30 de octubre se convirtió en un día decisivo para la vida, aunque las amenazas permanecen porque el oficialismo morenista impulsa el aborto como política pública, a través de la secretaría de las Mujeres que encabeza Citlalli Hernández.

Hace unos días, esta funcionaria manifestó que en Querétaro “es distinto el derecho de una mujer en otra parte del país que aquí” (sic), y agregó: “recordamos que no se debe legislar con base en creencias personales, sino en los derechos de las personas”.

Es importante considerar que lamentablemente siguen existiendo casos censurables de machismo, maltrato y discriminación que evidentemente atentan contra el desarrollo integral de mujeres pero, también, como observamos, existen manipuladores que han querido suavizar el tema del aborto con la trampa lingüística “interrupción del embarazo”, aunque la muerte de la persona no es una interrupción porque después de ello nada continúa; y esto se enmarca en una batalla cultural donde se pretende sacrificar la verdad y la naturaleza en función de intereses ideológicos y políticos. Así, niegan el sentido ético, la biología y la misma trascendencia de la naturaleza humana.

La ideologización de la cultura —que tiende a la destrucción—, es uno de los factores que animan a una parte de quienes, a través de argucias, intentan apropiarse del “feminismo”—aunque existen distintas variantes—, y, paradójicamente, niegan el verdadero que reconoce la identidad de la mujer —a partir de lo propio, lo femenino—, y busca su desarrollo pleno en todos los ámbitos.

El poder momentáneo de algunos no puede cambiar la naturaleza humana por una pretendida construcción social, basada en falacias, demagogia y propaganda.

Llama la atención que se pida dejar a un lado la conciencia personal para aprobar leyes que buscan legitimar crímenes, como intencionalmente lo hace Morena en el caso del aborto.

Consultor. Doctor en Comunicación, y Ciencias Políticas y Sociales.

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