El cochinero con el que pretenden legitimar la toma del Poder Judicial por parte del oficialismo morenista incorporó el acordeón milagroso en el ámbito electoral como una novedosa aportación antidemocrática del lopezobradorismo, para la inducción del voto y la simulación democrática.
Esta práctica -junto con la boleta “más confusa del mundo”, gracias al INE de Taddei (beneficiaria del oficialismo), el acarreo, la compra de sufragios y el voto corporativo, entre otras- también demostró contar con elementos que superan las leyes naturales; o bien, sólo responde a la demagogia y al cinismo impune.
¿Cómo se explica la multiplicación de los votos a favor de un abogado desconocido, pero afín, que ahora quieren posicionar, casi, como la rencarnación de Juárez?, ¿cómo fue posible que Hugo Aguilar Ortiz se convierta en presidente de la Suprema Corte, sin contar con exposición mediática significativa ni amplio conocimiento?, ¿cómo este abogado y activista, de la noche a la mañana, obtiene “democráticamente” más de 6 millones de sufragios? Sí, gracias al acordeón electoral (la boleta contestada), el instrumento milagroso donde apareció en lugar privilegiado.
El exconsejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, expuso que la cantaleta de Sheinbaum sobre que quienes habían votado por ella, también lo habían hecho por la reforma judicial,” se evidenció como una falsedad monumental”. Y añadió: “la elección terminó por concretar el asalto y el apoderamiento por parte de Morena del Poder Judicial, y en ese sentido, la destrucción de la democracia y su conversión en el que hoy es, tal vez, el mejor ejemplo de una autocracia electiva en el mundo”.
El todavía ministro de la Suprema Corte, Javier Laynez, ya había advertido del “engaño”.
Ante la fuerza de los hechos, resultó penosa -pero previsible- la actuación de Sheinbaum tratando de convertir el 13 en un número también milagroso contra la inocultable falta de legitimidad, debido al abstencionismo del otro 87%. Como su mentor, desde la tribuna presidencial, atendió sus afanes partidistas dejando a un lado aquello de gobernar para todos. Repartió culpas y encubrió la maniobra.
Desde el lopezobradorismo diseñaron la trampa, pusieron candidatos a modo, los colocaron en las boletas, repartieron acordeones -indicando cómo sufragar-, llevaron a votar, y (¡oh, sorpresa!) ganaron los oficialistas. Era el único resultado posible. Y a esta trampa le llaman democracia.
De acuerdo a los observadores electorales de la OEA: “las nueve candidaturas con mayor cantidad de votos a la Suprema Corte fueron promovidas en ‘acordeones’ físicos y virtuales (…) no hay garantías de que quienes resulten electos/as tengan la solvencia técnica, la idoneidad y las capacidades específicas que los cargos que asumirán requieren (…) no recomienda que este modelo de selección de jueces se replique para otros países”.
Esta tomadura de pelo, con acordeón milagroso incluido, fue “un éxito” para la presidenta. Tal vez, sólo por la concentración de poder a su favor, aunque ello constituya una lamentable regresión democrática. Y esto ya lo padecemos…