Ni el pretendido culto a Juárez, pasando por la honestidad valiente, la austeridad republicana y la supuesta superioridad moral —por las que se han rasgado las vestiduras y lucrado política y electoralmente—, es suficiente cuando se trata de vehículos, moda, viajes, restaurantes, hoteles y, en general, dinero y buena vida. Sí, luego de acusar reiteradamente a opositores de fifís, pirruris y señoritingos, resulta que buena parte del oficialismo señala la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Sí, de lo que ahora se queja —en sentido contrario— el extenuado Andy López Beltrán, respecto a su viaje vacacional a Tokio. Así la doble moral oficialista, la de los que afirman que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre y, de acuerdo a los hechos —de viejos y nuevos ricos de casa—, termina en engaño y manipulación.
El fenómeno no es nuevo, sólo que ahora se han mostrado varios casos simbólicos, en poco tiempo. Morenistas, de esos que se envuelven y revuelven en el lopezobradorismo, han sido descubiertos contradiciendo lo que propagan.
A los viajeros —incluyendo la polémica gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien eligió Amsterdam para vacacionar—, se han agregado el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, y su esposa la diputada del Partido del Trabajo, a la que algunos se refieren como Dato Protegido. Esta pareja —de acuerdo con reportes periodísticos— tiende al lujo sin reparo en contra de la narrativa oficialista.
Luego de ser exhibidos, eligieron la salida prevista en el manual: la victimización, cuando son ellos mismos los que aparecen con prendas caras, objetos y accesorios de alto valor. Otra incongruencia de esa izquierda farsante.
Gutiérrez Luna se hizo famoso, también, por darle la palabra —fuera de programa y acuerdo— al diputado Cuauhtémoc Blanco, cuando se desechó la solicitud de desafuero de quien está inculpado de presunto intento de violación contra su media hermana, Nidia Fabiola. Sí, cuando mujeres morenistas gritaron: “¡No estás solo!”.
Y mientras la presidenta formal de Morena trata de desviar la atención y justificar lo inaceptable, algunos cuestionan su propio discurso fachada, lo que ellos mismos han difundido por años. Es el caso del viajero Gerardo Fernández Noroña —actual presidente de la Cámara de Senadores—, quien, con otros datos, sostiene: “si yo viajo como quiera, hago una fiesta como quiero, compro lo que quiero, es mi dinero, es producto de mi trabajo, eso qué tiene que ver con las políticas públicas de austeridad, no tiene que ver absolutamente nada”. O sea, que la prédica del lopezobradorismo es puro cuento, una treta del demagogo de Macuspana compartida con familiares, amigos y adeptos. Vaya cinismo.
Esos que atribuyen doble moral a críticos y opositores, exigiendo —cuando menos— la sanción social de los mismos, son precisamente quienes repiten las mismas conductas que censuran en público. ¿Y el decálogo morenista? Hipocresía, pura y dura.
Consultor. Doctor en Comunicación, y en Ciencias Políticas y Sociales.