El anuncio del nombramiento de ex priista Manuel Bartlett como nuevo titular de la Comisión Federal de Electricidad ha provocado cortocircuitos en propios y ajenos, debido al conocido pasado del propuesto.
Claro, no es el único que llama la atención o escandaliza —según se vea—, hay varios más que vienen desde las candidaturas a nuevas posiciones en distintas responsabilidades públicas. En buena parte de ellos, el esquema empleado tenía enfrente a la mafia del poder y su supuesto intención de impedir que llegaran porque —se decía— lucharían contra la corrupción, cumplirían y habría mejores resultados. Esto, en medio del desprestigio presidencial y del priismo en general, generaba espacios credibilidad en sectores diversos.
Sin embargo, ahora, que la designación viene directamente del candidato electo, no de la mafia ni de sus aliados o voceros, ni de “la derecha” o los adversarios; ahora, las cosas se complican. Los hechos están ahí y el discurso —al menos el anterior—, parece no funcionar de la misma manera.
Hace unos días, López Obrador anunció al actual senador del Partido del Trabajo como director general de la CFE, lo cual desató la inconformidad de ciertos morenistas y no morenistas; se podría decir, incluso, que hay quienes comentan lo sucedido porque evidencia —o puede significar— una contradicción del tabasqueño o, al menos, un desacierto. Representa un asunto difícil de explicar.
Bartlett, célebre por la llamada caída del sistema en 1988, cuando era secretario de Gobernación, además de su presunta participación en múltiples maniobras electorales fraudulentas a favor de quienes servía entonces. Entre otros muchos motivos, claro.
Resulta inevitable mencionar que, hoy por hoy, representa un icono de las peores prácticas democráticas en este país. Pero no sólo se trata de su descrédito político —que ya es bastante—, sino también de la aversión que genera en públicos varios.
En su afán justificatorio, Andrés Manuel dijo: “respeto mucho los puntos de vista, pero desde hace muchos años el licenciado Manuel Bartlett ha estado defendiendo la industria eléctrica nacional, por eso decidí proponerlo”(sic). Y, ante la pregunta de un reportero sobre si pesó más su experiencia que su pasado, respondió el entrevistado: “Sí, la experiencia…y también se debe tomar en cuenta que él ya fue secretario de Gobernación, fue secretario de Educación Pública …”.
Bueno, de hecho ya habido pronunciamientos cuestionadores, lo mismo el actor Gael García que luego de aclarar que repudia “su nombramiento y su ser político”, agrega: “qué ridículos aquellos que creen que yo y los que votamos por AMLO somos responsables de ese nombramiento”; que el periodista Jorge Ramos que expresa: “De verdad que no entiendo. ¿Dónde está el cambio?”; o la misma Tatiana Clouthier, ex coordinadora general de campaña, quien manifiesta que “había mejores opciones”, y ante las críticas que se han venido encima, matiza: “el que una persona no sea bien recibida, no quiere decir que ya se acabó el país”.
Lo expuesto ha sido completado por el aludido quien ha dicho que “son las descalificaciones más estúpidas que se han hecho año con año y no tienen que ver con el tema de la energía en su gran mayoría”. Y añadió que las críticas provienen “de los ocultos defensores de intereses económicos que seguramente los animan mucho en su retórica”.
Más allá de la cuestionable situación de la Comisión Federal de Electricidad que exige cambios profundos y urgentes, la designación de Manuel Bartlett por parte de López Obrador es difícilmente defendible. Sí, pero ellos lo invitaron.
El riesgo eléctrico permanece, aunque ya hay quemaduras.