Luego de lo indignante que ha resultado la crisis de los desaparecidos —particularmente con el lopezobradorismo—; la valiente intervención de la Iglesia católica; el terrible hallazgo de prendas y restos humanos en Teuchitlán, Jalisco, por parte de los Guerreros Buscadores, y la presión derivada del Comité Contra la Desaparición Forzada de la ONU —que señala que en México la desaparición forzada es “sistemática y generalizada”—, finalmente, apareció el gobierno que preside Sheinbaum, aunque lo acompañan desvaríos de morenistas.
Sólo el tiempo mostrará si se trata de un artificio provisional para desinflar la posibilidad de que se convierta en su Ayotzinapa; o bien, los hechos prueben que la voluntad política presidencial es real y cambia con relación a la desastrosa política oficial de López Obrador.
Ante Teuchitlán —como campo de exterminio y entrenamiento—, la Conferencia del Episcopado Mexicano, en su mensaje del 12 de marzo, fue contundente: “Denunciamos con profunda preocupación que existan muchos lugares como este en nuestra nación (…) Señalamos que estos hallazgos ponen en evidencia la omisión irresponsable de autoridades gubernamentales de los tres niveles ante uno de los problemas más críticos que enfrenta el país: la desaparición de personas. Esta realidad exige una respuesta inmediata, contundente y coordinada del Estado mexicano (...) Manifestamos nuestro extrañamiento porque mientras se presume que bajan un 15% los asesinatos dolosos, se trata de ocultar que crecen un 40% las desapariciones (…) Reconocemos y exaltamos la extraordinaria labor de las madres buscadoras y distintas organizaciones ciudadanas…”.
Y aun más, pidió investigación exhaustiva, con transparencia y eficacia; “dejar de evadir su responsabilidad o de intentar ocultar esta realidad”; fortalecer los mecanismos gubernamentales de búsqueda e identificación; “implementar políticas efectivas que prevengan estos crímenes atroces y garanticen la no repetición”; y, “romper definitivamente con las alianzas que pudieran existir entre el crimen organizado y algunos ambientes políticos…”.
Sheinbaum sigue el negacionismo y la victimización lopezobradorista que rechaza sistemáticamente la realidad, cuando no les conviene —porque los exhibe—, a través de narrativas oficialistas. Ahora dijo: “el Episcopado no tiene la información correcta. Con gusto le pedimos a la secretaria de Gobernación que entre en contacto con ellos para explicarles que no es así”. Su postura no es nueva, cuando era candidata presidencial, suscribió el Compromiso Nacional por la Paz, pero se opuso al diagnóstico de la Iglesia católica sobre la violencia vinculada al crimen organizado (https://dialogosocialporlapaz.cem.org.mx/).
López Obrador tuvo un gobierno desaparecido-independientemente de que 16 personas buscadoras, entre ellas 13 madres, fueron asesinadas durante su sexenio –; por ello, repetían: ” Si Andrés Manuel no va a las fosas, las fosas van a él”. A ver si, deveras, las escucha y ayuda el gobierno de Sheinbaum, ahora que lo encontraron y formalmente apareció.