Los conceptos importan porque reflejan cómo entendemos y evaluamos lo que nos acontece. Asismismo, pueden trazar rutas de salida, correctas o incorrectas, para los problemas de nuestras sociedades. Aquí, algunas ideas sobre el debate acerca de pacificación y construcción de paz.
México es considerado uno de los 25 países menos pacíficos del planeta. Colocar la paz como una de nuestras prioridades sí tiene sentido. Empero, hay que conceptualizar bien el tema, ya que “pacificar” y “construir paz” no son conceptos idénticos.
El concepto de paz: 1) comprende la ausencia de violencia y ausencia de miedo a la violencia; y 2) consiste en todo aquello que la forma, lo que la crea, lo que la nutre y la sustenta.
La pacificación (establecimiento de la paz o peacemaking) se refiere a mediar o detener un conflicto violento entre grupos armados, enfrentados frecuentemente por factores políticos, económicos, ideológicos, religiosos o étnicos. Por mantenimiento de la paz (peacekeeping) se entiende asegurarse de que esa situación de no-violencia se pueda conservar. La construcción de paz (peacebuilding) hace referencia a la edificación de condiciones de paz positiva, las cuales van más allá de resolver el conflicto. La construcción de paz se orienta hacia diseños y estrategias que buscan fomentar actitudes, cimentar estructuras y crear o fortalecer instituciones que puedan producir y sostener esas condiciones de paz. También se ubica un área que tiene que ver con la reconciliación, la restauración, con tratar de reducir el impacto de la huella que la violencia ha dejado a su paso. Los elementos mencionados no suponen etapas, sino medidas que pueden llevarse a cabo en paralelo según el caso lo amerite.
La paz no se limita a la ausencia de violencia, pero sí la incluye. Debemos tener estrategias capaces de avanzar equilibradamente en ambas direcciones: reducir violencia y construir paz estructural, las cuales son partes interdependientes dentro de un gran sistema. Requerimos diseños para el corto, el mediano y el largo plazo, que logren combinar acciones desde el sector público (en sus tres poderes y en sus tres niveles), pero también, de manera colaborativa con el sector privado, el sector social, con organizaciones, medios, academia y toda la sociedad, a fin de trabajar, cada quién haciendo su labor, tanto en generar ausencia de violencia (y prevenirla), como en fomentar actitudes, construir instituciones y estructuras para sostener una sociedad pacífica.