El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, fecha que recuerda el asesinato de las hermanas Mirabal, tres activistas dominicanas asesinadas por el gobierno de Rafael Leónidas Trujillo. Ese día nos sirve como recordatorio de los avances alcanzados hasta ahora para proteger, respetar y garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, así como de lo mucho que falta por hacer.

El derecho a una vida libre de violencia, consagrado en el artículo 3 de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, establece que este derecho debe ejercerse tanto en el espacio público como en el privado. Por ello, lo que ocurre tras la puerta ser sancionado por las autoridades.

Desafortunadamente, la violencia contra las mujeres no solo no se detiene —los números son aterradores—, sino que se transforma de manera constante para ocupar otros espacios. Un ejemplo de ello es la violencia digital que sufren miles de mujeres, jóvenes y niñas que han visto cómo su imagen se comparte en redes sociales sin ningún empacho.

La violencia contra las mujeres no respeta edad, condición social, nivel educativo ni cargo. Lo vimos con claridad el día que la presidenta de México fue acosada sexualmente frente a las cámaras por un hombre que se ha comportado de esa manera con muchas otras mujeres. La pregunta que todas nos hicimos ante esas imágenes fue: ¿qué será de la mayoría de las mujeres —principalmente jóvenes— que viven ese tipo de situaciones de manera cotidiana, si ni la mujer más poderosa de este país se salva de esas conductas?

La violencia contra las mujeres se ha naturalizado de tal manera que las mismas autoridades dudan de la palabra de las víctimas. Niñas de ocho, nueve y diez años han intentado quitarse la vida por la violencia sexual que enfrentan de manera cotidiana dentro de sus hogares; jóvenes han abandonado sus estudios por el acecho del que son víctimas a manos de sus profesores, y mujeres adultas mayores viven arrinconadas en sus casas, con el temor constante de ser agredidas por sus hijos.

En los pasillos de las legislaturas, las secretarías de Estado y los ayuntamientos, miles de trabajadoras soportan el acoso y hostigamiento sexual por miedo a perder su empleo, mientras otras son violentadas por sus médicos al momento de parir.

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres debe servir como llamada de atención y reflexión para todos los gobiernos sobre la necesidad de destinar presupuesto a esta epidemia que afecta a más del 50 por ciento de la población. Debería ser una fecha de rendición de cuentas y no utilizarse para anunciar programas sin sentido con fines electorales.

Las hermanas Mirabal, las Mariposas, nos dejaron a todas un ejemplo de lucha por un ideal, por sus valores y por sus derechos.

Recordar su sacrificio, y el de muchas mujeres como ellas, es nuestra obligación.

Titular de Aliadas Incidencia

Estratégica e integrante de la

Red Nacional de Alertistas.

FB: maricruz.ocampo

Twitter: @mcruzocampo

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