Barbie, la película de Greta Gerwig, se ha convertido en la cinta más exitosa dirigida por una mujer y una de las más taquilleras de la historia, al superar los mil millones de dólares en ventas.
Estoy segura que la creadora de Barbie, Ruth Handler, nunca imaginó que el juguete que creó en los años 50s, iba a convertirse un día, no solo en un fenómeno cultural, sino en una nueva discusión sobre lo que significa ser feminista.
La película hace una ruda crítica a la desigualdad, la cosificación, falta de oportunidades y el borrado de las mujeres en el “mundo real” vistas desde un mundo color de rosa, al mismo tiempo que introduce conceptos feministas como patriarcado y sororidad, al lenguaje cotidiano de los millones de mujeres y niñas que han acudido al cine.
Desde Barbieland, una sociedad utópica en la que las mujeres y niñas pueden aspirar a lograr sus sueños sin obstáculos estructurales, el personaje de Barbie, interpretada por Margot Robbie, aborda los roles y estereotipos de género y los estándares y expectativas culturales impuestos a las mujeres. Es Ken, a quien Ryan Gosling da vida, quien nos hace ver las enormes ventajas que el patriarcado brinda a los hombres y el impacto negativo que tiene, especialmente en las mujeres.
El discurso de Gloria, protagonizada por América Ferrera, ha sido compartido miles de veces por mujeres adultas de todo el mundo, que ven en ella un reflejo de sus propias historias. “Es literalmente imposible ser mujer,… ya me cansé de verme a mi misma y a cada una de las mujeres haciendo hasta lo imposible para que los demás nos quieran,” nos dice Gloria, mientras procede a enlistar las múltiples exigencias que el patriarcado impone a las mujeres y que Barbie no comprende. Ser delgada, buena madre y realizar dos trabajos de tiempo completo como profesionales y amas de casa se suman a ser sumisas, sexys, dóciles y obedientes a la vez que se prohíbe a las mujeres envejecer, ser groseras, asertivas, líderes, destacar, fracasar, ser demasiados valientes o tener miedo.
Barbie, la película, ha causado un gran disgusto entre los grupos religiosos y políticos más conservadores porque pone el reflector en los injustos límites que han impuestos a las mujeres del Mundo Real. Incluso han iniciado campañas de desinformación en redes sociales en las que, utilizando el mismo discurso machista y misógino que han empleado por años en contra de los derechos de las mujeres, intentan desmotivar a las audiencias argumentando que Barbie atenta contra la familia y los valores tradicionales que hacen a los hombres “hombres” y a las mujeres “mujeres”. Nada más lejos de la verdad.
El mensaje de Barbie está lejos de ser color de rosa. Es una dura crítica a la desigualdad, discriminación y violencias, generadas por el patriarcado, que prevalecen en todos los espacios en los que se desenvuelven las mujeres reales. Barbie promueve la igualdad de oportunidades para que todas las personas puedan desarrollarse plenamente.
Titular de Aliadas Incidencia Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas.
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