Maricruz Ocampo Guerrero

Los hombres también son emocionales

Uno de los obstáculos que enfrentan las mujeres cuando aspiran a puestos de toma de decisión, promociones en el trabajo es la idea de que las mujeres somos emocionales y por eso no podemos ser buenas líderes. El uso de frases como "estás en tus días", "lloras por todo" o "no aguantas nada" se usan de manera constante para referirse a las mujeres en espacios laborales, académicos o en sus propias casas.

Si las mujeres somos "emocionales", ¿por qué los hombres son más propensos a involucrarse en delitos violentos; a conducir en estado de ebriedad o a comportarse de forma agresiva? Desafortunadamente los hombres predominan en las estadísticas sobre suicidio. De acuerdo con el INEGI la tasa de suicidios en mujeres es 2.6 por cada 100 mil mujeres, mientras que en hombres es de 11.2 por cada 100 mil hombres. Además, los hombre recurren con mayor frecuencia al consumo de alcohol y drogas duras como mecanismo para lidiar con sus emociones. Por otro lado, las mujeres acuden con más frecuencia a terapia para analizar sus sentimientos y obtienen puntuaciones más altas en pruebas que miden cómo manejar las emociones.

¿Los hombres y mujeres naturalmente vivimos nuestras emociones de manera diferentes o hemos sido construidos y construidas culturalmente para expresar solamente algunas emociones?

La cultura y el género influyen significativamente en cómo las personas manejamos las emociones. En muchas sociedades, se educa a los hombres para que repriman las emociones consideradas "suaves", mientras que a las mujeres se les anima a ser más comprensivas, sensibles y delicadas.

En muchas culturas, las mujeres tienen permitido expresar una gama más amplia de emociones como la tristeza, el miedo y la ansiedad. Los hombres, en cambio, suelen ser socializados para mostrar agresión, ira e irritabilidad. Culturas como la mexicana, que regulan la expresión emocional, incorporan estereotipos de género que imponen qué emociones se consideran apropiadas para los hombres y cuales para las mujeres.

A las niñas les enseñamos a hablar de sus sentimientos y a buscar apoyo, mientras que a los niños los educamos para reprimir sus emociones y evitar verse vulnerables. Decirle a las niñas y a los niños cuales emociones si son válidas y cuáles no, afecta de manera significativa su autoestima.

Las mujeres solemos trabajar en ocultar nuestros verdaderos sentimientos para dar gusto a otras personas, mientras que, por causas del machismo, los hombres esconden sus sentimientos. Todo eso genera un menor bienestar y una menor capacidad de afrontar el estrés.

Las expectativas sociales, que limitan la gama de respuestas emocionales a ser hombre o ser mujer, también limitan nuestras oportunidades de desarrollo, nuestra autonomía y nuestro proyecto de vida. Pero sobre todo, limitan la posibilidad de vivir una vida completamente sana. Las expectativas sociales que nos dicen qué si y qué no podemos expresar, finalmente, nos impiden ser felices.

Titular de Aliadas Incidencia

Estratégica e integrante de la

Red Nacional de Alertistas.

FB: maricruz.ocampo

Twitter: @mcruzocampo

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