Hace unos días, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación negó el amparo al productor Luis de Llano, ante la sentencia en su contra por el daño moral causado a Sasha Sokol. En un hecho histórico, el proyecto del ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo determinó que una niña no tiene la capacidad de consentir porque carece de las herramientas analíticas y cognitivas para identificar cuando es víctima de violencia sexual debido a la manipulación emocional que ejerce sobre ella un hombre adulto.
La sentencia, además, determinó que las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a una vida libre de violencia en todos los espacios en los que se desarrollan, tanto públicos como privados y que, debido a su estado de inmadurez, los efectos perjudiciales de la violencia sexual tienen consecuencias que afectan todos los aspectos de su vida. La sentencia señala que casos como éste "conllevan a un gran daño físico y psicológico y que deja a la víctima vulnerada física y emocionalmente, situación difícilmente superada por el paso del tiempo".
La Primera Sala también determinó que argumentar que si la víctima dio su consentimiento a la "relación" esto no tiene validez para librar de responsabilidad al agresor y que, debido a la incapacidad de las menores para comprender el hecho, este no puede prescribir porque las dejaría en indefensión y sin acceso a la justicia.
Las acciones de Luis de Llano, quien presumió haber sostenido una "relación" con Sasha Sokol cuando esta tenía 14 años, es solo una muestra de cómo se ha romantizado el abuso sexual de niñas y adolescentes a manos de hombres adultos. La naturalización de estas relaciones ha sido tema recurrente en la literatura, en "Lolita" de Vladimir Nabokov, en el cine de Hollywood en películas como "Taxi Driver "y "Pretty Baby" y en la música, en canciones como "17 Años” del grupo Los Ángeles Azules, que han ensalzado las relaciones sexuales de niñas con hombres que les doblan o triplican la edad como algo normal, eximiendo así al agresor de toda responsabilidad. Recordemos siempre que las relaciones sexuales con niñas no son amor, son pederastia.
Casos como el de Sasha evidencian cómo hombres, que gozan de poder o autoridad sobre las víctimas, se aprovechan de su posición para abusar de niñas y jóvenes que se encuentran en condiciones de subordinación o que están a su cargo. Esto ha ocurrido en escuelas e iglesias, en campos deportivos y en el seno de las familias a manos de sacerdotes, entrenadores, profesores y parientes.
Las mujeres víctimas de abuso sexual infantil no denuncian de inmediato porque no pueden, por eso la importancia de la sentencia. Nunca más una niña quedará fuera de la protección de la justicia, no importa cuánto tiempo pase hasta que esté lista para denunciar.
Las víctimas merecen todo nuestro apoyo y los agresores el repudio de toda la sociedad.
Titular de Aliadas Incidencia
Estratégica e integrante de la
Red Nacional de Alertistas.
FB: maricruz.ocampo
Twitter: @mcruzocampo