Hace unos días leí un reportaje que me erizó la piel. El artículo narra el ataque cometido en el CCH Sur por un estudiante que participa en comunidades virtuales importadas de Estados Unidos, donde se promueve el odio y la violencia hacia las mujeres.
Después recordé que en la segunda venida de Donald Trump todo el mundo está de cabeza.
Bajo la luz protectora de Trump la manósfera mundial se ha fortalecido. Charlie Kirk, ícono del movimiento ultra conservador en EU y famoso por sus comentarios misóginos y regresivos, ha sido elevado a los altares del machismo mundial.
Además, el "relajamiento" de las normas de contenido, promovidas por Musk y Zuckerberg, para dar gusto a Trump, ha llenado las redes sociales de mensajes misóginos que promueven la violencia, especialmente la sexual, contra las mujeres.
El retroceso efectuado por la Corte Suprema de Estados Unidos en materia de derechos sexuales y reproductivos, especialmente el cambio de criterios en relación del derecho de las mujeres a decidir, ha sido una de las insignias de Trump. Eso ha permitido que estados conservadores, principalmente en el sur del país, implementen medidas que han puesto en riesgo los proyectos de vida de niñas, adolescentes y jóvenes que, aun cuando hayan sido víctimas de violación o incesto, deben llevar a término embarazos no deseados, e incluso son obligadas a compartir la custodia con sus agresores. Las muertes injustificadas de mujeres dentro de instalaciones hospitalarias, resultado de leyes draconianas en estados como Texas y Georgia, que castigan con prisión asistir un aborto, aunque sea espontáneo; las propuestas legislativas de congresistas norteamericanos que limitan los derechos político-electorales de las mujeres que adoptaron el apellido de su marido y el despido de miles de mujeres de las instituciones federales, son solo una muestra de la regresión en la protección de los derechos de las mujeres en el vecino del norte.
Las acciones de Trump, incluido el recorte a la ayuda internacional para el acceso a servicios de salud y la desaparición de USAID, han causado un daño directo a millones de mujeres y niñas en el mundo, además de alentar a otros líderes globales a limitar o eliminar los avances logrados por la lucha feminista en materia derechos humanos de las mujeres. Ahí está el gobierno fascistas de Milei en Argentina que, envalentonado por el apoyo de Trump, cerró el Ministerio de Mujeres y, tan solo este año canceló todos los programas destinados a prevenir la violencia contra las mujeres por motivos de género.
Hoy más que nunca, los liderazgos de mujeres son vitales para la igualdad en el mundo. Con la llegada de Claudia Sheinbaum y los avances legislativos y jurisprudenciales logrados para garantizar, proteger y respetar los derechos de mujeres y niñas, México se convierte en un ejemplo a seguir, en un escudo protector y en una esperanza para todas las mujeres del mundo que luchan por recuperar lo que nos quitó Trump.
Titular de Aliadas Incidencia
Estratégica e integrante de la
Red Nacional de Alertistas.
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