El espectáculo vergonzoso que protagonizaron los diputados panistas Guillermo Vega Guerrero y Enrique Correa Sada, de la Comisión de Administración y Procuración de Justicia de la LXI Legislatura de Querétaro, es una muestra del poco interés que tienen ambos de cumplir con sus obligaciones constitucionales. La forma grotesca, tan parecida a la del Guasón en Batman, en la que Enrique Correa se mofó de las mujeres y jóvenes presentes en el recinto, mientras leía el dictamen, habla con brutal claridad del nulo respeto que siente por las queretanas.
En un estado laico y democrático, las y los legisladores tienen diversas obligaciones. En primer lugar, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de todas las personas, no solamente de las que comulgan (sic) con ellos. Esto implica prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, lo cual incluye un ejercicio de armonización cuando las leyes locales son contrarias a la Constitución.
Además, tienen la obligación de garantizar la neutralidad en materia de fe, asegurando la libertad de conciencia para todas las personas. Esto conlleva elaborar normas que no privilegien posturas doctrinales que limiten o prohíban el goce del derecho humano al libre desarrollo de la personalidad y a la autonomía plena. Por tanto, deben asegurarse de que la legislación proteja la igualdad ante la ley sin discriminación alguna, separando sus convicciones y creencias religiosas personales de su labor legislativa.
En su perorata del pasado jueves, tanto Correa Sada como Vega Guerrero recurrieron a argumentos falaces que ya han sido desbancados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Comité de la CEDAW, entre otros. En un acto de increíble arrogancia, ambos legisladores pretendieron saber más que estos cuerpos colegiados, mientras esgrimían, desde un púlpito y no desde una curul, datos y encuestas sin fundamento para justificar su decisión de mantener a las mujeres y jóvenes de Querétaro sumidas en una ciudadanía de segunda clase que condiciona su futuro.
A lo largo de la historia el cuerpo y la autonomía de las mujeres han estado dominados por la visión miope del androcentrismo de unos cuantos hombres. Esa obcecación impide a ambos legisladores, y a su bancada, comprender que la vida sin dignidad no es vida; que la maternidad debe ser una elección y no una imposición; que ninguna persona es libre cuando las convicciones morales y religiosas de un grupúsculo le impiden decidir sobre su propio cuerpo y su proyecto de vida y que el aborto seguro protege la salud y autonomía reproductiva de las mujeres.
La risa burlona de Enrique Correa refleja que él, al igual que la mayoría de los hombres de su partido, desde la doble moral que les caracteriza, siente muy poca preocupación y ningún respeto por los intereses de las mujeres queretanas.
En Querétaro priva la ley del Guasón.
Titular de Aliadas Incidencia
Estratégica e integrante de la
Red Nacional de Alertistas.
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