El famoso "puente" Guadalupe-Reyes, representa una oportunidad de descanso, esparcimiento y diversión para muchas personas. Las fábricas, empresas, escuelas e instancias gubernamentales aprovechan la temporada para cerrar sus instalaciones, hacer mantenimientos y enviar a su personal a sus casas. Miles de vehículos dejan de circular en las ciudades para abarrotar los estacionamientos de aeropuertos, playas, zonas arqueológicas, museos y parques. Para muchos y muchas esta temporada representa la única oportunidad de abrazar a la familia y amistades a las que, por circunstancias de la vida, no podemos ver durante el resto del año.
Sin embargo, no todo el mundo tiene la oportunidad de descansar en esta época. Para muchas mujeres, la temporada navideña representa un aumento sustancial de su carga de trabajo, lo que trae consigo un desgaste físico, mental y económico. Las fiestas decembrinas imponen en las mujeres roles tradicionales que resultan en un incremento substancial de las responsabilidades, de por sí pesadas, de cuidado, crianza y trabajo doméstico, porque a sus "obligaciones" cotidianas se agrega todo lo que la temporada trae consigo. La mayoría de las personas que descansan en las vacaciones lo hacen sobre los hombros de las mujeres.
Los festejos inician para muchas comprando o cosiendo disfraces para los festivales navideños, los cuales tienen que cumplir con las exigencias absurdas de una puesta en escena digna de los teatros de Broadway. A esto le sigue organizar el cuidado de los hijos e hijas durante las vacaciones, la compra de regalos, planear posadas y cenas navideñas (en las que hay que darle gusto a muchas personas) y asumir todos los gastos de las fiestas a costa del presupuesto familiar.
A las mujeres les toca, además, hacerse cargo de atender a las visitas, asegurarse de que haya sábanas, toallas y cobijas suficientes, que la casa esté limpia para recibir a quienes vienen de lejos, decorar la casa y, más que todo, comprar víveres, cocinar, servir y recoger después de las celebraciones.
Aminorar la enorme carga de trabajo no remunerado que como sociedad imponemos a las mujeres, requiere que cada uno y cada una de nosotras asumamos nuestra parte, de manera corresponsable, en la organización, planeación, cuidados y ejecución de todas las actividades que las fiestas demandan. Cocinar, limpiar, aportar económicamente, exigir menos "comida de mamá" y más "yo lo preparo" son formas efectivas de sumar al descanso de las mujeres de la familia.
Una manera de medir cuánto participa cada una de las personas de nuestra familia en las labores del hogar en esta Navidad no es medir lo que hizo cada quien, sino estimar cuánto realmente descansó cada persona. ¿Se pudo sentar? ¿Tomó un café con calma? ¿Durmió lo suficiente? ¿Participó en las conversaciones? son preguntas obligadas que nos debemos hacer porque las respuestas nos darán una idea de la enorme carga que festejar la Navidad significa para las mujeres.
Titular de Aliadas Incidencia Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas.
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