Por años he trabajado acompañando casos de mujeres que han sido víctimas de violencia a manos de sus parejas.

Cuando la venda se cae de sus ojos y ellas se dan cuenta de que han sido ciegas a la violencia que se ejerce en su contra, sus rostros y sus vidas cambian para siempre.

Reconocer que los celos, la falta de apoyo en la crianza, los chantajes, las mentiras y las “bromas” hirientes son formas de violencia que no dejan marcas sobre la piel puede tomar años. Ver con claridad que la vergüenza, la negación y el miedo las hicieron seguir atadas a su agresor, aun cuando el cuento de hadas terminó con el primer insulto o el primer golpe, genera en las víctimas un sinfín de sentimientos encontrados. Ver en toda su dimensión a la pareja no como compañero sino como verdugo, es tal vez lo más doloroso.

Si a ese dolor sumamos que muchos abogados familiares, desde su ignorancia, prejuicios e insistencia en no capacitarse, tratan a las mujeres, no como víctimas sino como responsables de generar la violencia vivida, tenemos la receta ideal para perpetuar la victimización.

Muchas mujeres que se acercan para iniciar sus divorcios me preguntan cómo elegir una abogada o abogado para llevar su caso. Mi respuesta es buscar a personas que 1) tengan conocimientos demostrables en perspectiva de género y atención a víctimas de violencia, 2) traten a las mujeres con respeto y dignidad y 3) verdaderamente escuchen.

Preparar las demandas de divorcio que ponen fin a infiernos conyugales y familiares va forzosamente acompañada de la escucha activa de historias de terror contadas por sus protagonistas. Narraciones sobre golpes, gritos, humillaciones, privaciones económicas, amenazas, abuso sexual e insultos llenan las horas de entrevista que se requieren para poder plasmar en el papel su historia de violencia, sometimiento, privaciones y asimetría de poder.

Escuchar a las mujeres que inician demandas de divorcio o interponen denuncias penales en contra de sus parejas requiere de enorme empatía, sororidad y comprensión por parte de las prestadoras de servicios jurídicos.

Por eso, para que los equipos jurídicos logren hacer una escucha efectiva de las mujeres que han vivido violencia de pareja, estos deben integrarse por abogadas y psicólogas que conozcan las violencias y puedan, de manera coordinada, acompañar a las víctimas a transitar por el mar de crueldad de los procedimientos del sistema de impartición de justicia.

Esto parece sencillo, pero no lo es. Por eso, para elegir a la abogada o abogado que acompañará momentos amargos de indecisión y miedo, hay que entrevistar hasta seleccionar a quien mejor escuche y se amolde a nuestra personalidad y recursos.

Igual que con los zapatos para una larga caminata, nunca es conveniente elegir a la primera opción. Es necesario probar y probar hasta encontrar al equipo psico-jurídico que nos haga sentir más cómodas para transitar seguras uno de los momentos más difíciles de nuestras vidas.

Titular de Aliadas Incidencia
 Estratégica e integrante de la
 Red Nacional de Alertistas
 Twitter: @mcruzocampo
 FB: maricruz.ocampo

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