Hace unos días, escuché de casualidad de una conversación entre un hombre y una mujer sobre el acoso que ella vive en su sitio de trabajo. Mientras explicaba que la atención de su jefe la incómoda, su interlocutor le reprochó su forma de vestir, de hablar y de comportarse, y la responsabilizó de la conducta de su superior. Ante la falta de comprensión sobre su situación suspiró y guardó silencio.
Por siglos a las mujeres se nos ha responsabilizado de las violencias, falta de oportunidades y discriminación de las que con frecuencia somos objeto. Culpar a las mujeres es una de las armas que usan muchos hombres cuando las mujeres reaccionan ante su mal comportamiento o el de otros hombres. Y sí, antes de que me digan "no todos" reitero, estoy hablando de hombres sexistas, machistas y misóginos que consideran que las mujeres son inferiores y merecen el trato que reciben.
Desde pequeñas, en casa, la escuela, la iglesia y la familia, nos han dicho que depende de nosotras el trato que recibimos de los hombres en la calle, el colegio, la oficina e incluso en nuestro hogar. Esta táctica, que recurre al uso de estereotipos sexistas sobre las mujeres, es empleada por agresores que buscan evadir su responsabilidad, ignorando las quejas legítimas de sus parejas, colaboradoras y subordinadas, etiquetando cualquier reacción o reclamo como una exageración emocional.
Frases como "estás histérica", "no es para tanto" o "¿por qué te pones tan sensible?" son reclamos que muchas mujeres escuchan de manera constante. Incluso ante agresiones tan graves como el abuso sexual, la sociedad cuestiona a la víctima qué hizo para provocar la agresión; qué ropa llevaba puesta; por qué andaba sola, quién le manda. Además de la lógica absurda, el mensaje es claro e indignante: muchos hombres agreden a las mujeres y ellas deberían saberlo.
Los hombres que lastiman a las mujeres creen que ellas son responsables de sus conductas. Son hombres construidos en una sociedad patriarcal, que les ha enseñado que el respeto y la empatía fluyen en una sola dirección y, por tanto, las mujeres no tienen derecho a un trato digno en condiciones de igualdad.
A las mujeres que reportan violencia, especialmente abuso, acoso y hostigamiento sexual, las llaman mentirosas, las señalan por denunciar y arruinar la vida de sus agresores y con frecuencia las acusan de solo querer llamar la atención. Algo que rara vez ocurre cuando un hombre es víctima de un delito, agresión o injusticia.
Los señalamientos y los cuestionamientos los reservamos para las mujeres de todos los estratos sociales, niveles educativos y todas las edades. Las mujeres deberían comprender que los hombres llegan hasta donde ellas lo permiten y si son violentadas, es porque se lo ganaron. Las criticamos a ellas pero nunca reprochamos a quienes las lastiman.
Para que esto cambie, es indispensable dejar de culpar a las mujeres del mal comportamiento de los hombres.
Titular de Aliadas Incidencia
Estratégica e integrante de la
Red Nacional de Alertistas.
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