De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres, "el hostigamiento y el acoso sexual son expresiones de violencia e inequidad de género e implican una transgresión a los derechos humanos que niega el principio de la igualdad de trato y de oportunidades en el trabajo."
Ambas conductas tienen como característica la falta de consentimiento. Son conductas no deseadas ni recíprocas de naturaleza sexual que atentan contra la integridad física, psicológica y económica de las mujeres. Estos comportamientos limitan el derecho de las mujeres a trabajar y convierten el entorno laboral en uno hostil, insano, indigno e inseguro. El acoso y hostigamiento sexual en el espacio laboral limitan las oportunidades de desarrollo profesional, disminuyen el rendimiento laboral y aumentan los riesgos de accidentes laborales. También merman la confianza y autoestima de las mujeres víctimas por el enorme estrés emocional y angustia que provocan lo que deriva en trastornos de la salud física y emocional. Aun cuando mujeres y hombres pueden ser víctimas de acoso y hostigamiento sexual, son más las mujeres que lo sufren. Algunas manifestaciones de esta situación son ansiedad y miedo, dificultad para concentrarse, pérdida de autoconfianza y autoestima, trastornos de alimentación, migraña, trastornos gastrointestinales, trastornos del sueño y depresión.
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia establece una diferencia importante entre el hostigamiento y el acoso sexual. Las dos conductas se expresan de forma verbal, física o ambas y están relacionadas con actos de connotación lasciva, que ocurren en uno o varios eventos. La diferencia principal es que el hostigamiento hace referencia al ejercicio del poder que ejerce una persona en superioridad jerárquica sobre la víctima mientras que el acoso es una forma de violencia en la que, hay un ejercicio abusivo de poder y, aun cuando no existe una subordinación formal, el agresor aprovecha el estado de indefensión de la víctima y la coloca en una situación de riesgo.
El hostigamiento sexual condiciona, como un premio o un castigo, las promociones, el avance laboral, beneficios, aumentos de sueldo y la obtención de un servicio cuando la víctima accede o se niega a los avances. El acoso y hostigamiento sexual interfieren en el desarrollo individual, en el trabajo además de crear un ambiente ofensivo, intimidante y hostil.
Prevenir el acoso y hostigamiento sexual es indispensable para generar espacios de trabajo libres de violencia, por eso todas las empresas e instituciones deben contar con un protocolo para la atención a victimas de hostigamiento y acoso sexual, mismo que debe establecer reglas internas y promover la cultura de la denuncia. Pero sobre todo, se debe implementar una cultura de cero tolerancia a este tipo de conductas que proteja a las mujeres víctimas de avances y asedios sexuales no deseados en su espacio de trabajo.