En la última columna te conté acerca del proyecto que albergaría las obras de arte robadas por el ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Esta semana me gustaría contarte acerca de un grupo de personas que arriesgaron su vida para rescatar las obras robadas por el ejército.

En 1943 el gobierno de Estados Unidos aprobó una comisión específica para la protección de monumentos históricos en áreas de guerra, esta comisión dio partida a la creación del programa de ‘Monumentos, Arte y Archivos’. El programa buscaba la protección de los bienes e inmuebles culturales, que durante la guerra fueron objetivo de desaparición, robo y destrucción. Para lograrlo se formó un grupo de especialistas conformado por restauradores, directores de museos, curadores, arquitectos, artistas, historiadores del arte etc., el interés por conformar un grupo especializado era debido a que estos sabían reconocer cuando una pieza era falsa o auténtica, además de que su conocimiento en la historia del arte era de vital importancia para la identificación de las piezas. Es así como 348 voluntarios de 13  naciones conformaron este grupo, que más tarde recibiría el nombre de “Monuments Men”. Fue así como ellas y ellos arriesgaron su vida transportándose al frente de la guerra. Su misión era clara: salvaguardar obras en peligro y localizar los bienes culturales robados por el ejército nazi. Al ser un grupo que iba contra corriente del régimen que dominaba, los voluntarios se ponían en riesgo todos los días. Fue así como Walter J. Hutchausen y Ronald Edmund Balfou perdieron la vida en su intento de salvaguardar el patrimonio cultural mundial. Balfou, narró en su última carta, con un entusiasmo sin igual, cómo logró rescatar de una iglesia alemana en ruinas, fragmentos de dos retablos de madera grabados y con pinturas del siglo XVI; él describió en su carta cómo este hallazgo convirtió su semana regular en una semana espléndida. Sin embargo, una semana después perdió la vida, mientras él y sus compañeros de batallón intentaban transportar un retablo medieval a un lugar seguro. El grupo sufrió la partida de este gran historiador, ya que los testimonios dicen que su entusiasmo por la vida y por la misión eran inigualables y podemos decir que partió haciendo lo que más feliz le hacía: salvar arte.

Después de la guerra algunos de los “Monuments Men” se quedaron en las zonas liberadas, como Alemania y Austria, para así asegurar que las obras rescatadas regresaran con seguridad a sus lugares de origen. Otros, al regresar a sus hogares, recibieron grandes nombramientos por su noble labor, algunos tomaron puestos importantes en museos de arte en Estados Unidos, como fue el caso de James Rorimer, quien fue director del Museo Metropolitano de Arte en Nueva York.

Prometí que esta serie constaría de tres partes, pero mientras escribía me di cuenta que era muy importante rendirle homenaje a ellas y a ellos que dieron y arriesgaron su vida por proteger obras de arte, que, a través de los años, han inspirado a millones de personas a seguir creando. La siguiente columna te contaré acerca de las piezas más famosas que rescataron, además de dónde y cómo las localizaron. ¿Crees que una obra de arte vale la vida de un ser humano?

*Lic. en Historia del Arte y Curaduría

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