Mariana Martínez Dionicio

Joyas escondidas

Bernini brilló tanto en la arquitectura como en la escultura, y en más de una ocasión fue comparado con Miguel Ángel, el genio del Renacimiento

Hay ciudades en las que el arte se respira en cada esquina. Una de las más fascinantes es Roma, un lugar que pronto tendré la fortuna de visitar. En esta ocasión quiero contarte sobre algunos rincones menos conocidos de la ciudad, más allá de los espacios mundialmente famosos como el Vaticano. Hoy quiero hablarte de una escultura que, aunque pasa desapercibida por el lugar en el que se encuentra, es una joya increíble del arte.

Entre esas joyas ocultas se encuentra la iglesia de Santa María de la Victoria. En su interior guarda una de las obras maestras del arte barroco: El éxtasis de Santa Teresa, creada por Gian Lorenzo Bernini, el gran prodigio del barroco. Bernini brilló tanto en la arquitectura como en la escultura, y en más de una ocasión fue comparado con Miguel Ángel, el genio del Renacimiento. Esta pieza no solo es una de las esculturas más impresionantes de Roma, sino también una de las más extraordinarias de toda la historia del arte.

En esta obra Bernini logra algo increíble: transformar el mármol en vida. La escultura representa un episodio decisivo narrado por Santa Teresa de Ávila, cuando en uno de sus sueños un ángel la atraviesa con una flecha de amor divino. El rostro de la santa refleja un arrebato tan profundo que parece cobrar movimiento, mientras el ángel sonríe con dulzura. Lo más asombroso está en los detalles: los pliegues del hábito parecen agitarse y son tan finos que cuesta creer que estén tallados en piedra. Bernini supo dar ligereza y dinamismo a un material que originalmente era un bloque rígido, transformando el mármol en una superficie que late con emoción. El dorado de la flecha intensifica el dramatismo y convierte toda la escena en una obra teatral impresionante.

Esta joya del arte suele pasar desapercibida porque está guardada en la iglesia de Santa María de la Victoria, un templo realmente pequeño si se compara con la grandeza de otras construcciones romanas. Desde fuera no llama demasiado la atención, parece una iglesia sencilla más entre tantas que hay en la ciudad, y quizá por eso muchos turistas la pasan de largo. Sin embargo, basta con cruzar la puerta para encontrarse con una de las esculturas más impresionantes de la historia del arte. Lo curioso es que esta iglesia tan discreta está a unos pasos de la majestuosa Basílica de Santa María la Mayor, lo que incrementa aún más el contraste: de lo grandioso a lo íntimo.

El arte también sabe esconderse. Incluso las obras más increíbles a veces se resguardan en rincones discretos, y eso es lo que las hace aún más valiosas. El éxtasis de Santa Teresa es un ejemplo perfecto de cómo el arte, y en especial el barroco, no solo busca ser contemplado, sino conmover al espectador, invitarlo a sentir, a vivir la emoción de la obra más allá de lo visual. Y es que el arte, cuando se encuentra en estos espacios secretos, nos recuerda que lo sublime puede aparecer donde menos la esperamos. Pero, ¿tú qué opinas? ¿Conoces alguna otra joya escondida que te haya sorprendido?

*Lic. en Historia del Arte y Curaduría

Te recomendamos