Mariana Martínez Dionicio

El lenguaje del arte

Lo verdaderamente valioso es la conexión que se genera con los materiales y la libertad para expresar lo que habita en tu interior

Esta semana tuve la oportunidad de acompañar la impartición de un taller de artes plásticas en un espacio habitualmente marginado y olvidado por la sociedad. Fue una experiencia muy significativa, ya que este tipo de proyectos no solo promueven el interés por el arte, sino que también abren caminos para el reconocimiento, la expresión y la dignidad en lugares donde pocas veces se mira con empatía.

Hace poco te conté sobre la arteterapia y cómo el arte puede convertirse en un puente poderoso para la expresión y la sanación personal. No importa si tienes experiencia artística o no; lo verdaderamente valioso es la conexión que se genera con los materiales y la libertad para expresar lo que habita en tu interior. Esta herramienta cobra un valor aún más profundo cuando se lleva a espacios donde el silencio, la contención y la introspección son parte del día a día. En estos contextos, la arteterapia abre la posibilidad de explorar emociones, resignificar vivencias y crear, desde el arte, un lugar seguro para la reflexión personal.

En este taller trabajamos a partir del arte abstracto, una corriente artística que se aleja de la representación figurativa o naturalista para centrarse en lo esencial: las formas, los colores, las líneas y las texturas. A través de figuras geométricas, manchas y composiciones libres, exploramos una forma de expresión que no busca imitar la realidad, sino conectar con lo más profundo de lo emocional y lo simbólico. El arte abstracto otorga protagonismo a los elementos plásticos, promueve una estética contemplativa y espiritual, y permite liberar al arte de temas definidos o estructuras rígidas. Esta libertad creativa invita a cada persona a explorar su mundo interior y expresarlo sin necesidad de palabras.

Durante las primeras sesiones del taller invitamos a los participantes a soltarse, a explorar libremente los materiales, las formas y los colores. Les propusimos dejar atrás la idea de que el arte debe ser figurativo o que solo es valioso cuando alcanza un nivel de hiperrealismo. Aquí el propósito no era crear una obra “bonita” o técnicamente perfecta, sino abrir un espacio para la intuición, el impulso y aquello que a veces no encuentra palabras. Los resultados fueron sorprendentes. Cada trazo, cada mancha, daba cuenta de procesos internos, emociones contenidas, historias que merecen ser escuchadas. Este estilo artístico, con su libertad y amplitud, mostró a los participantes que el arte abstracto es un lenguaje en sí mismo, un canal poderoso para la expresión auténtica y la reflexión íntima.

Después de ver cómo el arte puede sanar, acompañar procesos y dar forma a emociones profundas, entiendo el arte como un lenguaje personal. Un lenguaje en el que cada quien encuentra su propia forma de decir lo que, durante mucho tiempo, fue silenciado o ignorado. A través de símbolos, figuras y colores, el arte se convierte en una vía para expresar aquello que no siempre puede decirse con palabras, pero que necesita ser escuchado. Porque a veces, un trazo habla más que una frase. Y en ese gesto íntimo de crear, también se dibuja un camino hacia la libertad. Pero ¿Tú qué opinas? ¿Crees que el arte también puede ser una forma de sanar?

*Lic. en Historia del Arte y Curaduría

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