Hace un par de semanas tuve la oportunidad de visitar un museo en compañía de mi perrita. Juntas recorrimos distintas salas, compartiendo una experiencia que, sin saberlo, despertó en mí muchas preguntas. A partir de ese día comencé a pensar en todas esas cosas que a veces pasamos por alto en nuestra rutina diaria, esas que de cierto modo mantenemos ocultas sin que nos demos cuenta. Por eso, en esta ocasión me gustaría contarte sobre algunas herramientas y exposiciones que ciertos museos han creado con el objetivo de incluir a más personas, y cómo, a través de pequeños gestos y recursos visuales, es posible abrir nuevas formas de mirar, sentir y habitar el museo.

Una de las características que históricamente ha resultado más limitante en muchos museos es, precisamente, el enfoque casi exclusivo en lo visual. La experiencia suele construirse desde la mirada, pero ¿qué sucede cuando una persona con ceguera o con debilidad visual desea recorrer un museo? Ante esta realidad, algunos espacios han comenzado a desarrollar estrategias tanto en su infraestructura, como en su discurso museográfico para generar experiencias verdaderamente inclusivas. Una de las propuestas más interesantes que recientemente pude conocer fue una exposición realizada en Inglaterra titulada Más allá de lo visual, donde artistas ciegos y con debilidad visual se convierten en el eje central del proceso curatorial. No solo participan como creadores, sino también como constructores del propio discurso expositivo. Esta muestra reúne obras que trascienden la vista e incorporan el tacto, el sonido, el olfato y el movimiento como canales principales de experiencia. Este tipo de exposiciones nos invitan a relacionarnos con el arte desde otros sentidos, a experimentarlo desde el cuerpo y no solo desde los ojos. También nos confrontan con una realidad incómoda, muchas veces es la propia institución la que impone límites y todavía existe poca apertura hacia este tipo de proyectos.

Asimismo, recuerdo que hace más de 10 años llegó a Querétaro un proyecto verdaderamente increíble, acompañado de una exposición conformada por obras de artistas ciegos y con debilidad visual. La muestra reunía más de 50 imágenes, resultado de un taller de fotografía. A través de este taller, las y los participantes fotografiaron fragmentos de su vida cotidiana, objetos personales, espacios, gestos y rutinas. El tallerista describía cada imagen con todo detalle para que ellos pudieran “verla” desde la palabra y, a partir de eso, realizar la selección de las piezas. De entre miles de fotografías tomadas por ellos mismos, fueron también ellos quienes curaron su propia exposición. Las imágenes exhibidas no solo mostraban una técnica, sino una forma distinta y profundamente sensible, de mirar el mundo.

El arte también es una forma de inclusión. Deberíamos de seguir impulsando este tipo de proyectos, ya que nos invitan a abrir otros sentidos, porque el arte no solo se mira: también se escucha, se toca, se huele, se recorre con el cuerpo y con la memoria. Tal vez ha llegado el momento de dejar de observarlo solo desde la distancia y comenzar, por fin, a sentirlo de verdad, pero ¿tú qué opinas?¿Crees que el arte también se puede sentir?

*Lic. en Historia del Arte y Curaduría

Google News