En mi de la semana pasada te conté cómo la convivencia con los perros puede transformar la vida creativa de los artistas. Desde acompañarlos en el estudio y obligarlos a mirar el mundo con otros ojos, hasta convertirse, sin quererlo, en coautores de anécdotas y obras. A través de las historias de varias artistas, recordamos que los perritos no solo dan amor: también inspiran, equilibran emociones y dejan huellas reales en los procesos creativos. Esta semana seguiré explorando este tema; sin embargo, ahora quiero hablarte de algo aún más especial: de aquellos perros que no solo acompañan a los artistas, sino que se han convertido en artistas ellos mismos, sí, perritos artistas.
Uno de los casos más virales es el de Monkey, un pastor belga de Estados Unidos que nació en una familia muy particular: la de un famoso entrenador de perros, entrenador de estrellas peludas para películas, series y videos. Sin embargo, como todos sabemos, cada perro tiene su propia personalidad y Monkey no nació para Hollywood. A él no le interesan los reflectores ni las cámaras, lo que le interesa es el arte. Monkey decidió convertirse en pintor. Con un pincel en la boca y siguiendo solo algunos comandos básicos de su dueño, nada que marque un patrón, solo indicaciones para que pueda moverse con libertad sobre el lienzo, este perrito suelta su imaginación por completo. Así, trazo a trazo, ha creado obras verdaderamente sorprendentes. Una de sus piezas más virales fue una representación de Jesús; sin embargo, para mí, sus mejores obras son las abstractas. Tiene creaciones bellísimas; mi favorita, sin duda, es una donde la abstracción sugiere la figura de un robot, una pieza simplemente impresionante. Monkey tiene su propia página web, donde cualquiera puede admirar su trabajo e incluso comprarlo. ¿Quién hubiera imaginado que un perro también podría crear arte?
Es asombroso ver hasta dónde puede llegar un buen entrenamiento combinado con la sensibilidad natural de los animales. Además de acompañarnos emocionalmente, disminuir nuestra ansiedad y ser amigos fieles, algunos perritos también son capaces de dejar huella en el mundo del arte.
Otro caso que me encanta es lo que sucede en muchos refugios. Actualmente existen programas que permiten a los perros crear sus propias obras. A veces son huellitas, otras parecen pinceladas, pero en realidad son lamidas ocultas bajo la pintura. Estas piezas tienen una cualidad especial: llevan impreso un pedacito de la historia, la energía y la esencia de cada perrito, tal como pasa con cualquier artista humano. Lo más hermoso es que muchas de estas obras nacen en contextos donde los perros están comenzando una nueva vida: algunos vienen de situaciones difíciles, otros están en proceso de rehabilitación o esperando un hogar.
Todo esto confirma algo hermoso: el arte puede ser creado por cualquiera, incluso por nuestros compañeros de cuatro patas. Y aquí viene la pregunta: ¿tú comprarías una obra de Monkey?, ¿crees que este fenómeno pueda volverse más común y que, quizá dentro de poco, veamos piezas hechas por perritos colgadas en museos o galerías? Yo, sinceramente, no lo veo tan lejano.