Hay algunos días buenos y otros no tanto, a veces algunos sentimientos de intranquilidad, frustración y nerviosismo pueden invadirnos, a pesar de esto hay ciertas estrategias que ayudan a lidiar con esas emociones y nos permiten sentirnos más tranquilos. Una de esas estrategias es el arte, éste para muchos se ha convertido en un refugio que ha ayudado a sobrellevar eventos y emociones que pueden ser abrumadoras. Es por esta razón que esta semana te contaré acerca de una artista que encontró refugio y un camino de sanación a través de la pintura.
Una de las artistas más famosas de México es Frida Kahlo. Hace un par de años su popularidad hizo que sus pinturas estuvieran presentes más allá de las paredes de los museos, las podíamos ver en mochilas, bolsas, zapatos, etc., a pesar de esto su historia llena de luchas no ha recibido la suficiente atención. En 1925, Frida, con tan sólo 19 años, sufrió un accidente que cambiaría su vida por completo, el camión donde viajaba fue arrollado por un tranvía, esto le causó diversas y graves fracturas en su columna, costillas y piernas, la gravedad de este terrible accidente fue tanta, que los pronósticos médicos eran muy desalentadores; sin embargo, la fuerza física e interior de la artista la ayudó a salir del hospital. Fue así como Frida aprendió a vivir de una manera completamente nueva, ya que el accidente dejó estragos físicos y mentales en la vida de la artista, éstos más tarde se verían representados y contenidos en su producción artística. En su pintura titulada Lo que el agua me dio, elaborada en 1939, se muestran diferentes elementos que marcaban el momento específico que la artista atravesaba, el punto focal de la pintura son los pies que se encuentran casi en medio del lienzo, estos muestran el desgaste físico y consecuencias del accidente. El pie derecho de la pintura muestra una cicatriz, la cual es un recuerdo de las diversas fracturas que sufrió durante el accidente, los pies fueron un elemento recurrente en su obra, simbolizaban su movilidad reducida y el dolor que contenían esas cicatrices. El dolor que Frida sentía lo trasladó a sus piezas de una manera asombrosa, ese dolor, que muchas veces la abrumaba, lo transformó en arte que hoy en día se encuentra en los museos más importantes del mundo. Una de las frases más famosas de la autora es: “Pies para lo que los quiero, si tengo alas para volar”. Con esto, la artista quería invitarnos a ver más allá de lo que físicamente nos puede limitar, en creer en nosotros, en nuestros sueños, fluir y sobre todo encontrar esa fuerza interna para no dejar de luchar por nosotros mismos.
El arte transforma el dolor. Es un refugio seguro para explorar sentimientos que pueden ser desbordantes, un refugio que te permite explorar esas cicatrices que marcan el cuerpo y el alma. Hay días buenos y malos, en los malos acércate al arte, te aseguro que es como un amigo que te escuchará, comprenderá y te ayudará a sanar. Así como Frida Kahlo, hay muchos más artistas que han usado su arte como refugio, ¿conoces a alguno más? O ¿crees que el arte realmente transforma el dolor? ¿Qué opinas?