La semana pasada, el papa Francisco falleció, dejando a la iglesia católica sin un representante oficial. Más allá del ámbito religioso, Francisco fue un papa diferente: se esforzó por mantener una postura en los conflictos políticos y, sobre todo, siempre regaló una sonrisa para alegrar los días de los fieles. También se preocupó por ofrecer una visión más contemporánea, incorporando temas actuales en sus reflexiones, y su postura menos conservadora abrió espacios seguros para muchas minorías dentro de la iglesia. Por esta razón, y para entender mejor lo que sigue, esta semana me gustaría contarte sobre el ritual del cónclave, cómo se lleva a cabo y en qué lugar sucede.

Como parte de los preparativos para la despedida del papa se lleva a cabo el cónclave, uno de los rituales más antiguos y enigmáticos de la iglesia católica. Cuando un papa fallece, los cardenales representantes de distintas naciones se reúnen para elegir a su sucesor. El proceso es el siguiente: los cardenales son aislados y, en un ambiente solemne, votan por aquel a quien consideran (ellos y el Espíritu Santo) el más digno de asumir el papel de papa. Como parte de las celebraciones, se cierra al público la Capilla Sixtina y algunas áreas de los Museos Vaticanos, para evitar cualquier contacto exterior y preservar el ambiente de reflexión que requiere el cónclave. Estos cierres también son una muestra de respeto hacia la solemnidad del proceso.

Hablemos ahora del espacio donde esto sucede: La Capilla Sixtina. Uno de los espacios más emblemáticos del Vaticano, esta fue concebida no sólo como un lugar de oración, sino también como una poderosa representación del pensamiento católico a través del arte. Bajo el impulso del papa Julio II, se le encomendó a Miguel Ángel la tarea de decorar la bóveda, aunque el artista, reconocido principalmente como escultor, inicialmente se negó argumentando que no era pintor. Finalmente, Miguel Ángel aceptó y transformó el encargo en una de las obras más impresionantes e importantes de la historia del arte.

Tiempo después, Miguel Ángel regresaría para pintar El Juicio Final en el muro del altar. A diferencia de la bóveda, donde predomina la claridad y la armonía, en esta nueva obra rompe con los lineamientos clásicos de la pintura. El Juicio Final representa una escena intensa y llena de movimiento, mostrando las preocupaciones espirituales y sociales que marcaban el cierre del movimiento artístico del Renacimiento. Aquí se muestra un Cristo joven y enérgico que domina la composición, mientras que a su lado se muestra una Virgen que adopta una postura más discreta, mirando hacia otro punto, dejando en manos de su hijo el acto de juzgar. Los cuerpos desnudos, despojados de alas o atributos celestiales, giran en una espiral de movimiento que transmite la fuerza del juicio divino.

El arte siempre nos invita a mirar más allá de lo evidente y a descubrir nuevas formas de entender el mundo. Así, la Capilla Sixtina no es sólo el escenario donde se lleva a cabo el cónclave, sino también un testimonio vivo de la evolución del pensamiento artístico, espiritual y humano a lo largo de un periodo clave de la historia. Pero, ¿tú qué opinas? ¿Qué otras historias crees que esconden sus muros?

*Lic. en Historia del Arte y Curaduría

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