María José Rodríguez Sibaja

Postparto: lo normal y lo que no debemos ignorar

Hay síntomas que encienden una alerta. Fiebre o dolor intenso en la herida quirúrgica son señales de que puede existir una complicación que requiere atención

El postparto es un periodo de cambios intensos y únicos. Tras haber hecho algo extraordinario, el cuerpo inicia un proceso de recuperación que se extiende por semanas e incluso meses. En el camino aparecen molestias que son parte de lo esperado, pero pueden surgir algunas señales que no debemos pasar por alto porque pueden indicar que algo no anda bien.

En los primeros días es normal presentar sangrado vaginal. Al principio es abundante y rojo, y con el tiempo disminuye hasta volverse café o amarillento. El dolor y el cansancio acompañan generalmente a los primeros días o semanas: el útero se contrae, los músculos siguen adoloridos y el sueño interrumpido pasa factura. Las mamas también cambian, se sienten congestionadas o incluso tensas. En el terreno emocional, muchas mujeres pueden experimentar altibajos: sentirse sensibles, llorar con facilidad, lo que se conoce como baby blues. Generalmente, estas emociones se atenúan después de 2-3 semanas, conforme el cuerpo y la mente encuentran un nuevo equilibrio.

Sin embargo, hay síntomas que encienden una alerta. Un sangrado tan abundante que empape una toalla en menos de una hora, fiebre o dolor intenso en la herida quirúrgica son señales de que puede existir una complicación que requiere atención. También es una señal de alerta el dolor fuerte acompañado de enrojecimiento y fiebre en las mamas, ya que puede tratarse de una mastitis. Otras veces, el problema se manifiesta en la mente: una tristeza persistente, ansiedad intensa o pensamientos negativos que no desaparecen pueden indicar depresión posparto, que necesita ayuda profesional. Incluso síntomas como dolor de cabeza severo, visión borrosa o hinchazón de piernas repentina pueden ser la manifestación de hipertensión postparto y deben atenderse de inmediato.

El posparto es un recordatorio de la extraordinaria capacidad del cuerpo humano. Es normal sentirse cansada, vulnerable e incluso abrumada: estás viviendo un cambio profundo que merece paciencia, gratitud y respeto. Reconocer lo que va dentro de lo esperado y lo que no es una forma de empoderamiento y de un inicio más saludable de la maternidad. Aceptar la vulnerabilidad, pedir apoyo cuando se necesita y valorar lo que el cuerpo ha logrado son actos de fortaleza.

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