Cada 14 de junio se conmemora el “Día del Donante de Sangre”. Es una fecha que reconoce el valor incalculable de quienes ofrecen una oportunidad de vida a personas que no conocen. Donar sangre no cuesta nada, pero lo cambia todo. Y en el contexto del embarazo y el parto, puede ser la diferencia para dos vida.
Durante el embarazo, el cuerpo de una mujer experimenta transformaciones sorprendentes. Uno de los cambios más importantes es el aumento del volumen sanguíneo: se necesita más sangre para nutrir a bebé y sostener el desarrollo de la placenta. Pero también implica que una pérdida sanguínea, que en otras circunstancias podría ser manejable, se convierta en una emergencia. Las hemorragias obstétricas siguen siendo una de las principales causas de muerte materna en el mundo, y México no es la excepción. Un parto complicado, una cesárea de emergencia, un embarazo con placenta previa, una ruptura uterina … todos estos escenarios tienen un punto en común: pueden requerir transfusiones urgentes. En estos casos, la disponibilidad de sangre segura hace la diferencia. Y cada unidad de sangre viene de una sola fuente posible: una persona que decidió donar.
En México, la mayoría de las donaciones siguen siendo por reposición, es decir, familiares o amigos que acuden a donar cuando alguien lo necesita. Aunque este sistema ha salvado muchas vidas, no es suficiente. La sangre debe estar disponible antes de que se necesite, no solo después. Y para eso, necesitamos más donantes voluntarios, constantes y comprometidos. Donar sangre es seguro, sencillo y toma menos de una hora, pero el impacto es inmenso. Hoy, más que nunca, necesitamos cambiar la cultura de la donación en México.
Donar sangre es un acto de solidaridad y amor colectivo. Este 14 de junio, celebremos a quienes lo hacen posible. Si aún no lo has hecho, tal vez es momento de convertirte en héroe anónimo.