Hoy 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha que invita a voltear a ver con empatía y sin prejuicios los trastornos emocionales que, aunque comunes, siguen siendo poco visibles. Uno de ellos es la depresión perinatal, que puede aparecer durante el embarazo o en el primer año después del parto y que afecta a muchas más mujeres de las que imaginamos.

Durante el embarazo, se espera que las futuras mamás estén felices y plenas, pero no siempre es así. Algunas mujeres sienten angustia, tristeza, culpa o miedo sin entender por qué. Otras, después del parto, enfrentan dificultad para vincularse con su bebé, insomnio o pérdida del interés por cosas que antes disfrutaban. Estos no son síntomas de cansancio: son señales de un trastorno real que requiere atención médica y emocional.

Ninguna mujer está exenta de padecer depresión perinatal. Puede presentarse tanto en mujeres que atraviesan una maternidad deseada como en quienes enfrentan un embarazo complicado, pérdidas previas o falta de apoyo. El cuerpo cambia, las hormonas fluctúan y la mente intenta adaptarse a una nueva identidad. Es un periodo vulnerable en el que el entorno social juega un papel crucial: ayuda práctica o simplemente escuchar sin juzgar puede hacer una diferencia enorme.

Reconocer a tiempo los síntomas hace toda la diferencia. Algunos signos de alerta son tristeza constante, ansiedad intensa, sensación de no poder con la maternidad, pensamientos de inutilidad o desesperanza. Si estos síntomas duran más de dos semanas o interfieren con la vida diaria, es fundamental pedir ayuda profesional. El tratamiento puede incluir acompañamiento psicológico, redes de apoyo y, en algunos casos, medicamentos seguros durante el embarazo o la lactancia.

Hablar de salud mental materna es hablar de salud familiar. Una madre que recibe apoyo emocional tiene más probabilidades de cuidar de sí misma y de su bebé. Por eso, acompañar, preguntar y escuchar con empatía es también una forma de cuidar. Recordemos que no hay maternidades perfectas, pero sí puede haber maternidades acompañadas. Visibilizar la depresión perinatal no solo ayuda a quienes la viven, sino que rompe el silencio y nos acerca a una sociedad más compasiva y saludable.

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