Diciembre suele venir acompañado de mesas llenas, reuniones familiares, viajes, desvelos y muchas opiniones. Para las mujeres embarazadas, las fiestas decembrinas pueden sentirse como un campo minado de mitos: “no comas esto”, “no viajes”, “mejor quédate sentada”, “no te desveles”. Pero, ¿realmente el embarazo implica poner pausa a la Navidad y al Año Nuevo?
La respuesta es no. El embarazo no es una enfermedad, y con sentido común y algunas precauciones, las fiestas pueden disfrutarse sin culpa ni miedo.
Empecemos por la comida, quizá el tema más polémico. Sí se puede comer en las fiestas, y no es necesario evitar todas las comidas típicas de estas fechas. Lo importante es elegir bien. Los alimentos bien cocidos, preparados en casa o en lugares confiables, son seguros. Carnes, pescados y mariscos deben estar completamente cocidos; hay que evitar productos crudos, quesos no pasteurizados o embutidos sin cocción. Comer porciones razonables, hidratarse bien y escuchar al cuerpo suele ser suficiente.
¿Y el alcohol? Aquí no hay matices: no existe una cantidad segura de alcohol en el embarazo. Brindar con un mocktail o una bebida sin alcohol no arruina la celebración y sí protege a bebé. Hoy hay muchas alternativas festivas que permiten participar sin exponerse.
Otro mito frecuente es que no se puede viajar. En un embarazo sin complicaciones, los viajes suelen ser seguros, especialmente antes del tercer trimestre avanzado. Lo importante es planear: moverse con frecuencia, usar cinturón de seguridad correctamente, mantenerse hidratada y saber dónde acudir en caso de necesitar atención médica. Si hay factores de riesgo, siempre conviene comentarlo con tu médico antes de salir.
Las desveladas y las fiestas largas también generan dudas. ¿Hay que irse temprano? Idealmente sí hay priorizar el descanso, pero no pasa nada si un día se rompe la rutina. El cuerpo suele avisar cuándo es momento de parar. Escuchar esas señales es más importante que cumplir expectativas ajenas.
Quizá lo más difícil de las fiestas no es lo que se come o se hace, sino la presión social. Comentarios bien intencionados pero innecesarios pueden generar ansiedad. Recordar que cada embarazo es distinto y que las decisiones se toman con información médica, no con mitos, es clave.
El mensaje es simple: el embarazo no cancela la Navidad ni el Año Nuevo. Con cuidados básicos, información confiable y acompañamiento prenatal adecuado, las fiestas pueden vivirse con alegría, conexión y tranquilidad. Celebrar también es parte del bienestar. Y una mamá tranquila suele ser el mejor regalo para su bebé que viene en camino.

