El trabajo de parto es un proceso natural y extraordinario. Entender cómo avanza ayuda a reducir el miedo y la incertidumbre, y permite a las futuras mamás enfrentar el gran día con mayor confianza. Este proceso ocurre en tres etapas principales: la dilatación, el nacimiento de bebé y el alumbramiento de la placenta.

La primera etapa, la más larga, se divide en una fase latente y una fase activa. La fase latente es el inicio del proceso: el cuello del útero comienza a acortarse y abrirse lentamente. Las contracciones pueden ser irregulares, aparecer cada 10 o 20 minutos y sentirse como cólicos o presión baja en la espalda. Esta fase puede durar horas e incluso más de un día, sobre todo en cuando se trata del primer parto. En general, durante esta fase no es necesario ingresar al hospital; es una etapa para descansar, hidratarse y mantener la calma. La fase activa inicia cuando la dilatación alcanza alrededor de 4 a 6 centímetros y las contracciones se vuelven más fuertes, más largas y más frecuentes, llegando cada 3–5 minutos. La dilatación del cuello uterino progresa más rápido hasta llegar a los 10 centímetros. Durante esta etapa generalmente se decide el ingreso a hospitalización, la monitorización de mamá y bebé debe ser más frecuente, es común que el dolor llegue a ser tan intenso que requiere analgesia, la bolsa se puede romper de manera espontánea, etc. La duración varía, pero suele ir de 4 a 8 horas.

Cuando la dilatación llega a 10 centímetros, comienza la segunda etapa, conocida como periodo expulsivo. Mamá participa activamente pujando con cada contracción para facilitar el descenso de bebé. Puede durar desde 30 minutos hasta tres horas, dependiendo de si es el primer parto, de la posición del bebé y del uso de anestesia. El equipo médico guía el momento y la manera de hacerlo de forma segura.

Tras el nacimiento del bebé inicia la tercera etapa, que consiste en el alumbramiento o nacimiento de la placenta. A diferencia de lo que muchos imaginan, suele ser un proceso breve, de 5 a 30 minutos. En este momento se vigila el sangrado y se confirma que la placenta haya salido completa. Después viene un periodo de observación, ideal para el contacto piel con piel y el inicio de la lactancia.

Cada parto es diferente. Puede cambiar según el número de embarazo, si hay analgesia, la posición del bebé y el entorno donde se recibe la atención. Sin embargo, conocer estas fases ayuda a disminuir la ansiedad o miedo este día, a reconocer lo que es normal y a saber cuándo buscar ayuda. La información no elimina el dolor, pero sí reduce la incertidumbre. Entender lo que está ocurriendo no solo da tranquilidad: también otorga a las mujeres el derecho a vivir su parto con seguridad, claridad y confianza.

Google News