Esta semana se conmemoró el Día de la Libertad de Expresión, el cual es un derecho fundamental o un derecho humano señalado en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, así como en los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Fue instituido el 7 de junio como el día para conmemorar la libre expresión por el presidente de la República Miguel Alemán a iniciativa del coronel José García Valseca, dueño de la cadena de diarios más grande del país.
La libertad de expresar el pensamiento individual es sin lugar a dudas un fenómeno consustancial al ser, a la existencia, a entender al hombre como tal ya sea particular o colectivamente. Entender esta necesidad de libertad es lo que obliga a colocarla dentro del Derecho, en busca de garantizar su permanencia.
Así es como al hablar de necesidad inherente al ser humano, se ubica a este concepto dentro del derecho natural, y de ahí la universalidad que conlleva su sentido, en tanto que todos los pueblos de una u otra manera refieren a través de su historia esta necesidad y principio normativo.
Pero analizando el desarrollo de los gobiernos, vemos una tendencia a que el derecho de expresión se ubicó como una garantía individual, sin reglamentación positiva, como es el caso en México, carente de sujeción a las condiciones indispensables para, como ya se mencionó, que se pueda hablar de “garantizar su permanencia”.
El término libertad de expresión también “puede consistir en reflexiones o comentarios sobre ideas generales, o referirse a comentarios sobre noticias relacionadas con acontecimientos concretos”, según dice el libro I, capítulo VII de los discursos sobre la primera década de Tito Livio.
O como bien es señalado por el Tribunal Constitucional de España: “... la libertad de expresión tiene por objeto pensamientos, ideas y opiniones, concepto amplio dentro del que deben incluirse también las creencias y los juicios de valor”. De los 189 países del mundo, un total de 178 reconocen la libertad de expresión como garantía constitucional. México es uno de ellos.
Sin embargo, considero que una manera de hacer real el derecho de todo ciudadano a expresarse es promoviendo la participación ciudadana por medio de Consejos Ciudadanos donde sean emitidos puntos de vistas, opiniones, reflexiones, comentarios, ideas, propuestas por parte de la ciudadanía con respecto a temas que sean de su interés, algo como el Sistema de Participación Ciudadana del municipio de Querétaro, que organiza en consejos temáticos integrados por ciudadanos con el interés y compromiso de participar, así como los Comités de Participación Ciudadana en cada colonia, organizados delegacionalmente para reunirse periódicamente a conocer en primer término los programas y estrategias gubernamentales así como emitir sus reflexiones, opiniones y propuestas al respecto de manera libre. Es así como de manera real y efectiva los ciudadanos podemos hacer uso de nuestra libertad de expresión de manera propositiva, aportando con nuestra voz a la construcción de mejores condiciones de vida para todos.
Apostarle a que la participación ciudadana sea el modo de construcción de políticas de gobierno es solo responsabilidad de cada uno de nosotros como ciudadanos, ya que debemos entender como parte de nuestros deberes cívicos la participación y el involucrarnos en los temas que a todos nos afectan o benefician.
Como ciudadanos debemos asumir no solo como derecho la libertad de expresarnos sino también como una obligación moral para con la sociedad, y de esta manera dejar de ser entes ajenos a las decisiones que nos involucran a todos.
Regidora del Ayuntamiento de Querétaro