El lunes pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó: “Mas que una elección, lo del domingo es un referéndum, es un plebiscito, es una consulta, no es nada más elegir a las autoridades […] es elegir el proyecto de nación que queremos”. Las palabras del presidente tienen un peso significativo; sus declaraciones encierran múltiples contradicciones que merecen ser analizadas.

El presidente confunde los términos referéndum, plebiscito y elección. Un referéndum es un proceso mediante el cual la ciudadanía vota directamente sobre una propuesta específica. Un plebiscito es similar, pero generalmente se refiere a decisiones sobre cuestiones de gran importancia nacional, como cambios constitucionales.

Una elección es el proceso para elegir representantes o gobernantes. Decir que la elección es al mismo tiempo un referéndum, un plebiscito y una consulta, pero no simplemente una elección, crea una confusión conceptual. Cada uno de estos procesos tiene su propio propósito en una democracia. Además, sugiere que los comicios trascienden la elección de autoridades.

En un sistema democrático, el proceso electoral está diseñado precisamente para elegir representantes que luego formularán políticas basadas en sus plataformas. Por ello, elegir autoridades es una forma de elegir un proyecto de nación, ya que los candidatos representan distintas visiones de país. Decir que no es “nada más elegir a las autoridades” contradice la realidad; en una democracia representativa, la elección de autoridades es el mecanismo mediante el cual se elige el rumbo del país.

Más aún, al enmarcar la elección como un referéndum o plebiscito sobre su gobierno, el presidente está personalizando el proceso electoral, lo que reduce el espacio para un debate amplio sobre las distintas propuestas. La democracia representativa se basa en la elección de individuos que luego deliberarán y decidirán sobre políticas específicas, en lugar de un juicio directo sobre un solo individuo. Esta perspectiva lleva a una polarización, donde la elección se convierte en un sí o no a la gestión actual, en lugar de una oportunidad para evaluar y elegir entre múltiples propuestas.

Presentar la elección como un referéndum o plebiscito también puede influir en las expectativas del electorado y en la percepción de la legitimidad de los resultados. Si la ciudadanía cree que está participando en un juicio directo sobre el presidente o su administración, un resultado adverso puede ser visto como una falta de legitimidad para el gobierno entrante, especialmente si pertenece al mismo partido; un resultado favorable puede interpretarse como un mandato para continuar con las políticas actuales sin espacio para la crítica o la mejora.

El presidente López Obrador, fiel a su estilo, está reduciendo la narrativa electoral a su mínima expresión y polarizando al electorado, socavando así su capacidad para tomar decisiones informadas y debilitando el fundamento de nuestra democracia.

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