Desde 1917 se han realizado 21 reformas electorales en México, la mayoría de ellas, especialmente a partir de 1977, para liberalizar el sistema político y permitir con ello, la inclusión de las fuerzas políticas existentes. La iniciativa de reforma electoral presentada por el presidente de la República atenta precisamente contra ello.
Durante años se ha criticado la elección de escaños de representación proporcional, (plurinominales), alegando que no son electos por la ciudadanía. El argumento, además de falso evidencia un amplio desconocimiento en materia electoral, sin embargo, es un recurso popular en un entorno en el que los representantes tienen poco respaldo de la ciudadanía. La reforma electoral de 1964 introdujo la figura de “diputados de partido” que asignaba 20 escaños a aquellos partidos que obtuvieran al menos el 2% de la votación. Si bien esto no generaba proporcionalidad alguna, buscaba liberalizar el sistema político incluyendo una muy limitada representación de las fuerzas políticas de oposición. La reforma de 1972 incrementó a 25 los escaños y redujo el porcentaje de votación a 1.5% de la votación total y es a partir de la reforma de 1977 cuando el sistema de mayoría relativa se transforma en sistema mixto con dominante mayoritario y se asignan, además de los 300 escaños de mayoría relativa, 100 escaños a aquellos partidos que obtuvieran más de 1.5% de la votación y menos de 60 escaños de mayoría relativa. La integración actual de la Cámara de Diputados es producto de la la reforma de 1986 que incrementó a 200 los escaños de representación proporcional. En el caso del Senado, se eligieron por primera vez 3 escaños (2 de mayoría y 1 de primera minoría) en 1994 y, con la reforma de 1996 se llegó a la integración de 128 senadores: 2 por mayoría relativa vía fómula, 1 de primera minoría y 32 por representación proporcional en una circunscripción nacional.
Si en 2018 hubiera aplicado el sistema electoral que propone el presidente, en la Cámara de Diputados la coalición PAN, PRD, MC habría obtenido con el 27.4% de los votos, el 22.6% de los escaños; la coalición PRI, PVEM NA, con el 23.6% de los votos el 4.6% de los escaños y Morena con el PT y el PES con el 43.4% de los votos el 72.6% de la representación. Los sistemas de mayoría relativa tienden a generar sistemas bipartidistas porque quien gana se lleva todo, eliminando los incentivos para que otros participen.
Las sociedades diversas, como la nuestra, requieren mecanismos de representación que reflejen sus diferencias; los sistemas de representación proporcional compensan la desproporcionalidad generada por los de mayoría acercando el porcentaje de votos al de escaños.
No hay sistema electoral perfecto, sin embargo, la propuesta del presidente plantea serias interrogantes sobre la legitimidad y equidad de un sistema electoral que no refleja adecuadamente la voluntad de la ciudadanía.
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