Uno de los temas que en días pasados se diluyeron en la habitual cortina de humo que se ha instaurado como mecanismo de comunicación en México fue la publicación del Índice de Democracia en el mundo de la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist. El índice revisa la calidad de la democracia en 165 países y 2 territorios autónomos a partir de 60 indicadores agrupados en 5 categorías: procesos electorales y pluralismo, funcionamiento gubernamental, participación política, cultura política y libertades civiles. A partir de estas categorías y, en función del puntaje alcanzado, se clasifica a los países en cuatro diferentes tipos de régimen: democracia plena, democracia imperfecta, regímenes híbridos y autoritarios.
En 2012, México se ubicaba en el lugar 51 con un puntaje de 6.90; Noruega, el país que ocupaba —y sigue ocupando— el primer lugar, alcanzaba 9.93 puntos. Para 2018, México cayó al lugar 71 y, para 2020 al 72. Desde el inicio de la publicación del Índice en 2006, México estaba en la categoría de los países con democracias imperfectas, sin embargo, los resultados de este año lo ubican, no sólo en un lejano lugar 86, sino que, se incorpora al grupo de regímenes híbridos, esto es un régimen político que combina características autocráticas y democráticas, donde coexisten elecciones periódicas con prácticas de represión y limitaciones sustanciales a las libertades, características de los regímenes autoritarios.
El informe muestra que el puntaje de México va a la baja en todos los indicadores salvo en cultura política, en el que nos ubicamos en un 3.13 sobre 10 desde 2018. Si comparamos el desempeño de México con los países latinoamericanos que no están catalogados como autoritarios, se ubica por arriba de Honduras y Bolivia. A nivel mundial el puntaje es igual al de Ucrania y está por debajo de países como Singapur, Bangladesh, Zambia y Bhutan, por no nombrar a El Salvador. Por supuesto, estamos muy por debajo de potencias democráticas como Cabo Verde y Ghana.
El rubro con mayor retroceso es procesos electorales y pluralismo; la más significativa desde 2018 es en funcionamiento del gobierno en la que se han perdido 3.33 puntos de 10 posibles. Más aún, si nos comparamos con países que se ubican ya en democracias con fallas, como Chile o Estados Unidos, encontramos que en funcionamiento del gobierno se ubican en 7.86 y 6.43 respectivamente. De acuerdo con este índice, el desempeño del gobierno en México alcanza 5 puntos.
Este retroceso en la calidad de nuestra democracia, dirían algunos, no puede ser mayor. El argumento sería que hemos logrado construir instituciones como soporte de nuestra democracia. Pero esta medición no toma en cuenta el intento presidencial para obligar a la institución garante de la transparencia y protección de datos personales a brindarle información sobre los ingresos de un particular, ni considera el comunicado que ayer publicaron los senadores de Morena que tiene un fuerte tufo totalitario. Así las cosas, es posible que el próximo año, la calidad de nuestra democracia sea menor.