Hace unos días se dio a conocer la edición 2023 del Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist que ofrece un panorama sobre el estado de la democracia en la gran mayoría de los Estados del mundo. El índice califica en una escala de 0 a 10, con base en cinco categorías (proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles) a partir de las cuales clasifica a los países en cuatro tipos de régimen: democracia plena, democracia defectuosa, régimen híbrido o régimen autoritario.

Los resultados presentan un panorama poco alentador con una puntuación global de 5.23, la más baja desde que comenzó el índice en 2006 con 5.52 puntos. Menos del 8% de la población mundial vive en una democracia plena y casi el 40% está bajo un régimen autoritario. Si bien 74 países se consideran democracias “de algún tipo” (dos más que en 2022), las democracias plenas (aquellas con más de ocho puntos) se mantienen en 24.

En 2023, sólo 32 países mejoraron su puntuación y 68 experimentaron un descenso, algunos de ellos significativo. La caída en la puntuación general es producto de retrocesos en todas las regiones, a excepción de Europa occidental, cuya puntuación promedio mejoró por un margen mínimo que se encuentra muy lejos del 8.61 obtenido en 2008, y donde la insatisfacción de la ciudadanía con el statu quo político se muestra con el creciente apoyo a partidos populistas. Las mayores regresiones se dan en América Latina y el Caribe, y en Oriente Medio y Norte de África, donde la mayoría de los países se clasifican como regímenes híbridos y autoritarios, lo que sugiere que los primeros están teniendo mayores dificultades para democratizarse y, en los segundos, el autoritarismo se está volviendo más arraigado.

El informe de este año, Era de Conflicto, muestra que incluso las democracias más desarrolladas están teniendo dificultades para gestionar conflictos políticos y sociales internos, lo que sugiere que el modelo democrático desarrollado tras la Segunda Guerra Mundial ya no funciona y que tener instituciones democráticas formales, un sólido Estado de derecho y altos estándares de gobernanza no es suficiente para sostener el apoyo público. Además, las instituciones democráticas y los partidos políticos se han vuelto poco receptivos y no representativos, incluso en las democracias que tienen mejor desempeño.

En 2024, más de la mitad de la población mundial acudirá a las urnas para elegir nuevos gobiernos; se trata del año electoral más grande desde el advenimiento del sufragio universal. Sin embargo, si estos procesos traerán más democracia es otra cuestión. Las elecciones son una condición de la democracia, pero no son suficientes por sí solas. Sólo en 43 de los 76 países que celebran elecciones en 2024 hay elecciones totalmente libres y justas; México no está entre ellos, pero eso lo analizaremos la próxima semana.

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