Con su asesinato, Luis Donaldo Colosio se volvió un símbolo de la política mexicana y, sobre todo, un ícono para el PRI
Hace 23 años ocurrió un hecho que al paso del tiempo se ha vuelto un parteaguas de la vida política de nuestro país: el asesinato del candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio; un hecho que dejó más preguntas que respuestas. Reportajes, crónicas, libros, películas han tratado este tema, pero siguen las dudas, por lo que en perspectiva apunto mi opinión al respecto.
Luis Donaldo Colosio fue un político que parecía que quería cambiar muchas cosas, tenía carisma y sencillez. Días antes de su muerte tuve oportunidad de platicar con él y así lo sentí, el tono de sus discursos había cambiado, se tornó un mensaje más fuerte contra mucho de lo establecido en ese momento, porque el contexto era muy diferente al que tenemos actualmente, la situación del crimen organizado en nada se parece a como está ahora, la información fluía a otra velocidad, no había redes sociales ni cámaras en los teléfonos, muchas cosas que ayudaron a que el hecho se volviera una leyenda nacional.
Si Luis Donaldo Colosio hubiera llegado a ser el Presidente de México, no creo que el sistema le hubiera permitido todo lo que se cree que quería. De entrada, existía una crisis económica latente, algo que complicaría el arranque de una nueva administración, por eso siento que le hubiera sido muy difícil lograrlo y corría el riesgo de caer en “más de lo mismo”, o sea, adaptarse y dar algunos pasos en la dirección de su proyecto pero no todos los necesarios para ese gran cambio que se cree que tenía pensado.
Otro punto interesante es si realmente fue un asesino solitario o no, mucho se ha dicho de quienes podrían estar atrás de asesinato, desde políticos, gente ligada al poder y el crimen organizado, pero al ver para atrás este lamentable acontecimiento, no se ve un claro beneficiario, pues ninguno de los mencionados salió reforzado en su actuar para los siguientes años: Raúl Salinas fue detenido en los primeros meses de la presidencia de Ernesto Zedillo; Manuel Camacho siguió su camino hacia fuera del PRI; en 1995 fueron detenidos líderes de los cárteles. Así que ninguno de estos personajes ganó. Para el PRI y el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, tampoco fue algo bueno, pues el crimen complicó la situación de nuestro país en muchos aspectos.
También se podía pensar que había muchos deseosos de obtener la Presidencia, pero el tiempo en que ocurrió el asesinato, impedía que la baraja fuera amplia y de esta forma, Ernesto Zedillo, quien era el coordinador de la campaña de Luis Donaldo Colosio, fue designado candidato y en mi opinión siguió con varias de las acciones que hubiera tomado el asesinado candidato, pero con una diferencia de enfoque, más a lo económico que a lo social. Al final, el resultado para México fue positivo, y permitió muchos años de tranquilidad económica. A 23 años la respuesta sobre el asesinato sigue en el aire, o simplemente fue “Fuenteovejuna”.
Luis Donaldo Colosio seguirá siendo un mito y entre su legado está que ayudó al PRI a cambiar de bandera, que dejó la de la Revolución, ya muy agotada, y tuvo una nueva, la del cambio. Usar la “filosofía” política de Colosio para sobre ahí construir un nuevo discurso le dio cierto aire a ese partido y convirtió al aspirante presidencial en un icono de la política tricolor. Por ello, al ser orador de la ceremonia luctuosa, a José Narro lo colocan ahora en la carrera presidencial de 2018. El ex rector de la UNAM avanzó una casilla por haber sido quien pronunció el discurso, porque hay que recordar que en política la forma es fondo.
Cambiando de tema, llama la atención el cambio que hay en el gobierno del estado que de Red Q o transporte urbano pasó a Movilidad. Esta palabra se pone de moda y ahora todo está ligado a la movilidad de Querétaro, no sería extraño que termine siendo una secretaría, pero la realidad es que éste debe ser un esfuerzo conjunto entre los diferentes niveles de gobierno.
Al respecto, ya hubo una reunión coordinada con Luis Bernardo Nava con los alcaldes metropolitanos, puesto que este problema es integral no sólo de un municipio. Lo que llama la atención es que no asistió el presidente municipal de Querétaro, Marcos Aguilar, porque ya no pudo cambiar su agenda. Lo que es un hecho es que esto no puede ser visto desde un solo lado y tienen que estar presentes todos para que realmente funcione.