El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) ha presentado el informe de su encuesta de movilidad social 2023, bajo los auspicios de la Fundación Espinosa Rugarcía.

El estudio permite conocer, para diferentes estratos de la población, cuáles son las probabilidades de persistir en la pobreza o salir de ella, a través del tiempo; o viceversa, descender en la escala social. Es decir, hasta dónde el origen es destino.

Los resultados se obtuvieron de entrevistas cara a cara a personas de entre 25 y 64 años. La información del origen responde a las preguntas por su situación a los 14 años y se compara con la situación actual, al momento de la entrevista. La muestra corresponde a 17,834 cuestionarios divididos en tres módulos temáticos de volumen semejante: inclusión financiera, cuidados y Covid 19. Los resultados no son alentadores.

La mitad de todas las personas que nacen en el 20% más bajo de la distribución de recursos económicos permanece ahí a través del tiempo. 28% de los que sí logran ascender logra un solo escalón, al pasar al siguiente 20%; es decir, se mantiene por abajo del 40% inferior en la distribución de recursos. Permanece en la condición de pobreza. 2 de cada cien logra avanzar al 20% superior.

Hay diferencias por género: es menor la proporción de mujeres que de hombres que logra superar su origen en la posición más baja, mientras que es mayor la proporción de ellas con origen en la posición alta que cae en la escala.

Por lo que toca a la educación, solo 9% de las personas cuyos padres estudiaron hasta la primaria o menos alcanzaron el nivel profesional. También hay diferencias entre hombres y mujeres, pues es menor la proporción de ellas que supera el nivel educativo de los padres.

Las diferencias regionales también son muy notables. En el centro-norte (Jalisco, Aguascalientes, Colima, Michoacán, San Luis Potosí) 31% de los que nacen en el 20% más bajo de recursos económicos no logra superar su posición en la edad adulta, mientras que en la región sur (Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo) no lo logra 64%.

Esta cruda realidad contradice de manera contundente el discurso de la modernidad que estipula que la situación personal es resultado del esfuerzo. Los investigadores del CEEY comparan sus resultados con los del proyecto Global Estimates of Opportunity and Mobility y encuentran que México está entre los 10 países con mayor desigualdad de oportunidades, pues al menos 50% de la desigualdad en ingresos se debe a circunstancias en el origen, es decir, quedan fuera del control de las personas. Además, esa desigualdad no es homogénea entre las regiones del país: en las del norte se asemeja a la de las naciones con menor desigualdad y en el sur a la de los países más desiguales del mundo.

Esta descripción plantea la necesidad de buscar los mecanismos que permiten que en algunas regiones y en los casos minoritarios se pueda romper con lo que parece una maldición de origen, o una bendición, para los que nacen en un contexto no pobre, en una familia con progenitores con más años de estudio y más en el norte que en el sur. No lo es. Ni bendición ni maldición, aunque lo parezca. Hay causas, y encontrarlas, permite generar políticas públicas adecuadas. Pensar que el desarrollo “natural”, inercial de la dinámica social basta para fincar una sociedad menos injusta parece carecer de sentido.

Para millones de mexicanos el discurso de que estudiando y trabajando duro fincarán un futuro luminoso no será cierto. La estructura social, los condena. Las estructuras tienen origen en prácticas sociales repetidas a lo largo del tiempo. Son creaciones humanas. No hay piso parejo y, por tanto, no es legítimo comparar los resultados o atribuirlos solo al esfuerzo personal. Estamos leyendo en una computadora como podríamos estar tratando de llegar sin papeles a Estados Unidos…. Inclusive, ello es más probable para más personas.

A esta discriminación social por origen hay que sumar la que sufren personas por otras características y de lo que hay que reflexionar aparte: jóvenes y ancianos, indígenas y afrodescendientes, personas con discapacidad, emigrantes e inmigrantes y disidentes sexuales, todos a los que las cosas se les presentan más difíciles.

Académico en retiro de la UAQ

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