Cuando, en lugar de lamentarlo, se valora vivir en una sociedad plural, hay que buscar las condiciones necesarias para que los que piensan diferente acerca de algún asunto puedan hablar libremente. Pero eso no basta. Es necesario aprender a escuchar a los otros y valorar sus razones. No se requiere estar de acuerdo, en principio; basta con considerar que esos “otros” pueden tener algo de razón, algo que uno no había visto. Quizá sus planteamientos enriquezcan la propia postura. Pero para ello, es indispensable que cada parte trate con respeto a la otra y que ambas muestren apertura a las razones ajenas.

Esto viene a cuento a propósito del proyecto Sistema El Batán de Querétaro y la inaplazable necesidad de buscar una administración adecuada del escaso recurso del agua.

Por sobre las buenas razones de cada postura, se han lanzado improperios. No se procura el diálogo cuando algún diputado perteneciente al partido en el poder en Querétaro, y el propio ejecutivo, afirman que los que critican al proyecto serán responsables de que el día de mañana los queretanos muramos de sed. Tampoco cuando diversos personajes, sobre todo ligados al partido en el poder nacional, digan que el gobernador pretende darnos a beber agua de drenaje, tal y como sale del retrete.

Tiene razón el gobierno de Querétaro cuando afirma que los requerimientos de agua del Estado no podrán seguir dependiendo de la explotación de los mantos subterráneos a través de pozos y que el agua de la escasa lluvia no se está empleando de manera eficiente. Hay que reciclar y, al parecer, es técnicamente posible transformar cualquier tipo de agua a fin de que adquiera las características necesarias para un nuevo uso. Es también posible, y hasta sencillo, calcular el crecimiento demográfico para los años del futuro mediato y conocer, con anticipación, los requerimientos hídricos de ese futuro.

Será bueno hacer esos cálculos del futuro sin demagogia alguna, con veracidad, pues cuando el gobierno de Garrido Patrón lanzó el proyecto Acueducto II se publicitó que, a partir de su inauguración en 2011, quedarían cubiertas las necesidades de agua para los siguientes 30 años.

De las posturas serias que critican lo que se conoce del proyecto El Batán será bueno valorar, al menos, lo siguiente:

Es más racional buscar cambios en el uso agrícola e industrial del agua. Al parecer, entre ambos se consume más del doble de lo que lo hace el uso doméstico. Además, sus requerimientos de calidad del agua son menores que los que pide el uso humano.

No existe Norma Oficial Mexicana para dar certeza de la calidad de un agua que pase del desecho urbano a la potabilidad. Pero existen las personas con los conocimientos para crear una norma local, queretana y desarrollar los laboratorios necesarios para esta determinación. No es indispensable esperar una NOM.

Sería necesario determinar el tipo de monitoreo indispensable en cada etapa de un proyecto novedoso y —muy importante— darle transparencia a la información y acceso a ella a técnicos independientes.

Pueden buscarse fuentes alternas de financiamiento a las que ha presentado el proyecto. Los municipios más poblados, San Juan del Río aparte, tienen una importante área de conurbación, mayor volumen demográfico y consumo hídrico, pero también los presupuestos más grandes. Sin duda, pueden aportar parte del financiamiento, en lugar de atender asuntos que no les competen de acuerdo al Art. 115 constitucional. También habría que insistir en la corresponsabilidad presupuestaria del gobierno federal, autoridad en el manejo de las cuencas y, finalmente, de que haya agua disponible.

Qué lástima que los diputados, de uno y otor bando, permanezcan un tanto alejados de las buenas razones ajenas y de la discusión seria en general. Finalmente, son los responsables locales de tomar las decisiones sobre el asunto.

Si cada reunión sobre el tema se prepara para escuchar a los que piensan igual, se pierde la riqueza de la aportación ajena. Si se reúne a los representantes de las diversas posturas para no escucharse, la reunión no tendrá verdadera utilidad. El tema no es banal.

Académico en retiro de la UAQ

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