“A las catástrofes las llaman naturales como si la naturaleza fuera el verdugo, y no la víctima, mientras el clima se vuelve loco de remate y nosotros también”, esta frase de Eduardo Galeano me enchina la piel. Tan real, tan cierta, tan actual, y ahora tan cercana.

El impacto que ha tenido el huracán Otis en Acapulco, Guerrero, es un hecho que nos duele a todos los mexicanos. Siempre he dicho que la naturaleza nos está cobrando factura, y lo podemos percibir en la tendencia creciente de los desastres naturales, debido al cambio climático a nivel mundial. México ocupa nada más y nada menos que el lugar 23 entre los países con alta exposición a ellos.

Estamos siendo testigos en la catástrofe de Acapulco de los impactos que pueden traer consigo estos fenómenos, desde los invaluables, como las pérdidas humanas, hasta los daños materiales, que hoy por hoy aún no han terminado de cuantificarse, pero se calcula que sean similares a los que provocó Wilma en Quintana Roo en 2005, de acuerdo con Asociación Mexicana de Agentes de Seguros y Fianzas (AMASFAC).

Este tipo de fenómenos son inminentes, lo sabemos, pero ¿qué tan preparados estamos? Por ejemplo, en México, los bienes humanos y patrimoniales expuestos a eventos naturales, y que carecen de protección financiera, ascienden a 22 mil millones de dólares.

De la cobertura a nivel nacional de fenómenos hidrometeorológicos, entre ellos un huracán, el estado de Guerrero contabiliza 0.63%, según datos del Sistema Estadístico del Sector Asegurador (SESA), con información estadística de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas correspondiente a 2022.

Por ello, el gremio asegurador siempre ha hablado de la importancia de crear y tener mecanismos de administración de riesgos, porque sin ellos, las personas y el gobierno deben asumir el costo de los daños causados por estos fenómenos. Lo cierto es que este evento ha sido desastroso, nadie concibe que esa entidad que ha merecido tanta admiración y reconocimientos, sea la misma que hoy vemos en condiciones deplorables, sin energía eléctrica, sin combustible, sin alimentos ni conectividad… destrozada. Hace dos meses, se erguía por segundo año consecutivo, como el “Destino de escapada urbana líder en México y Centroamérica”, por los World Travel Awards.

¿Cuánto tiempo tardará la recuperación? Alejandro Domínguez, presidente de la Asociación de Hoteles y Empresas Turísticas de Acapulco, ha estimado que la reconstrucción del puerto tardará entre 12 y 18 meses.

En entrevista con El CEO, Fernando de la Torre, presidente del comité de Convenios de la AMASFAC, dijo que “vamos a ver es un impacto muy fuerte donde la mayoría no está cubierto por un seguro privado. Desafortunadamente no va a ser similar el impacto para las aseguradoras y puede ser bastante similar la afectación para los mexicanos”.

Si bien a nivel mundial se ha fortalecido la resiliencia ante estos eventos inesperados, y la brecha del aseguramiento en 2022 fue la más baja respecto a años anteriores (52%), no cabe duda que seguirá siendo un desafío global y una oportunidad para aumentar la protección de personas y bienes.

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