México sigue cargando una deuda importante en lo que respecta al equilibrio entre la vida laboral, personal y familiar.
De acuerdo con la OCDE, ocupamos el último lugar entre 41 países analizados en esta materia. Lo que refleja además de un claro rezago cultural, una barrera para el bienestar integral de millones de personas y, en consecuencia, para la competitividad de las organizaciones.
Y es que si bien, en México actualmente el 93% de los empleados valora el balance vida-trabajo casi al mismo nivel que la compensación económica, según un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), un 27% de los trabajadores mexicanos trabajan más de 48 horas por semana.
Pero esta historia puede tener una alternativa de cambio. La Fundación Másfamilia ha traído a México la iniciativa efr (Empresa Familiarmente Responsable), un modelo de certificación que ayuda a las organizaciones —grandes, medianas y pequeñas— a crear entornos más humanos, equitativos y responsables. Su enfoque es impulsar una cultura centrada en las personas y su calidad de vida dentro y fuera del trabajo.
Vaya que México lo necesita. Necesita impulso y guía para ir avanzando hacia el camino del bienestar laboral y la conciliación familiar (equilibrio vida-trabajo), entendiendo que éste no es hablar solo de horarios flexibles o permisos de maternidad o paternidad… es además el caminar hacia liderazgos más humanos, donde predominen la confianza y la autonomía, y donde las personas pueden dar lo mejor de sí, sin tener que elegir entre su vida personal y su desarrollo profesional.
Tuve la oportunidad de conversar con Roberto Martínez, quien estuvo en el país para presentar esta iniciativa en México, y me contaba que efr es un modelo estratégico que genera beneficios reales y medibles. Las empresas certificadas ya bajo el modelo efr han reportado un aumento en la productividad que va del 31 al 40%, una reducción del ausentismo entre el 43 y el 51%, y mejoras en la rentabilidad y el valor accionario de hasta un 28%. No es teoría, son resultados tangibles.
En México, ya hay ejemplos de éxito como el de Solunion, la aseguradora de crédito que logró reducir en menos de un año el ausentismo en 35%, mejorar el clima laboral en 22% y fortalecer el liderazgo interno en prácticas de bienestar.
A nivel global, la iniciativa ha certificado a más de 1,200 compañías en 20 países, beneficiando a más de 5 millones de personas a través de su cadena de valor. No es casualidad que haya sido reconocida como buena práctica por organismos como la ONU y el Comité Europeo de las Regiones.
Las personas ya entendimos que cuidar nuestro bienestar no es negociable. Ahora solo falta que cada vez más empresas lo comprendan.
El crecimiento sostenido no puede seguir desvinculado del bienestar de las personas. Apostar por la salud mental, la conciliación y la corresponsabilidad es necesario, pero también es una estrategia inteligente de negocio. ¿Qué esperamos para hacer algo (o mucho) al respecto?
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