El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y este año arrancó una campaña global -impulsada por la ONU- llamada “Únete”, que contempla 16 días de activismo, y se centra en una de las formas de abuso que están aumentando con mayor rapidez: la violencia digital contra las mujeres y niñas.
Y es por ello, que quiero aprovechar este espacio para hablar de este tema tan relevante y preocupante, y contribuir a visibilizar que la seguridad digital es fundamental para la igualdad de género y para la promoción de una participación plena y equitativa de las mujeres en los ecosistemas tecnológicos y digitales.
En América Latina, 9 de cada 10 mujeres han experimentado alguna forma de violencia facilitada por la tecnología, mientras que en México, de acuerdo con el Módulo sobre Ciberacoso del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), 10.6 millones de mujeres han sido víctimas de violencia digital, es decir, una de cada 5 mujeres.
Desafortunadamente, este tipo de agresiones se intensifica, entre muchos factores, por el uso malicioso de tecnologías, la débil regulación de plataformas y la presencia de discursos misóginos en entornos digitales.
Sin embargo, estas violencias no se quedan en internet, afectan su bienestar, impactan en la salud mental, generan aislamiento, inhiben la libertad de expresión y la participación pública, y pueden estar vinculadas a formas graves de violencia fuera de internet, incluidos los feminicidios.
Pero además, esta agresión digital también tiene un impacto directo en la autonomía económica, desde el ciberacoso hasta la difusión no consentida de contenido íntimo, crea un entorno hostil que puede restringir la capacidad de las mujeres para participar en la economía.
Aquellas que enfrentan acoso en línea a menudo experimentan un descenso en su productividad laboral, y esta problemática puede llevar a la autocensura y al aislamiento, limitando las oportunidades económicas y de desarrollo profesional.
Es fundamental que tomemos conciencia de cómo la violencia digital limita el empoderamiento económico de las mujeres, lo cual se agrava en un entorno donde la visibilidad y la reputación en línea son cada vez más relevantes.
Al abordar esta problemática, no solo luchamos por la eliminación de la violencia digital, sino que también promovemos un espacio donde las mujeres puedan prosperar económicamente, libres del miedo y la hostilidad. Necesitamos una participación activa de todos los sectores: empresas, gobiernos y, por supuesto, la sociedad.
Invito a quien me está leyendo a unirse a la campaña que se extiende hasta el 10 de diciembre y a reflexionar sobre cómo podemos apoyar la lucha contra la violencia digital y económica.
Desde crear conciencia en nuestra casa, familia y comunidades hasta exigir políticas públicas efectivas… enfatizando que la igualdad no es solo un derecho, sino una necesidad para construir un futuro donde todas las mujeres tengan la oportunidad de brillar, sin ser obstaculizadas por la violencia en ninguna de sus formas.

