Estimados lectores, recientemente leí el trabajo del psiquiatra español Rafael Manrique, quien es un investigador muy serio en el tema de pareja. Sus libros son crudos, ya que no da muchas esperanzas en cuanto al concepto de pareja con el cual crecimos; sin embargo, me parecen reales y bien fundamentados sus conceptos. Así como estamos en un cambio de era, con crisis en muchas áreas de la vida; crisis económica, política y social, la pareja y la familia, desgraciadamente, no son la excepción. El modelo hollywoodense de, “ Y fueron felices para siempre”, como ya sabemos, no funciona, no es real y no existe en la gran mayoría de los casos.

Todo comienza con el enamoramiento entre dos personas que desemboca en el matrimonio y la familia. Este enamoramiento se confunde con “el deseo” por una parte y con el amor, por el otro.

Desear es fundamental para la relación de una pareja, pero también es un problema, ya que cuando se acabo este en la relación, todo comienza a peligrar, ya que se desea lo que no se tiene, dándole significado y un valor. El deseo siempre es primero que el amor. Pero muchas parejas dejan de trabajar en él y allí comienza el problema. Lo que no sabemos es que el deseo puede ser eterno, no así el enamoramiento, el cual se acaba por tres cuestiones:

La llegada de los hijos: si bien, uno de los fines de la pareja es la formación de una familia, cuando llegan los hijos, la pareja desvía su atención para atenderlos y dejan de ver, literalmente, a su compañer@. El coqueteo, el juego, la diversión y la sexualidad de la pareja cambia o incluso se olvida. Recordar que la pareja es la base de la familia, no los hijos.
La evolución personal: la falta de actualización en ambos miembros de la relación y la falta de comunicación entre ellos, ocasiona que muchas veces cada quien crezca por separado o que uno lo haga más que el otro. Estas diferencias, tarde o temprano se van a sentir en la pareja. Se dejan de admirar o simplemente ya no tienen temas en común, lo cual, provoca el aburrimiento y la muerte del amor.
El deseo de autonomía: El enamoramiento representa la fusión entre las partes. Dan ganas de estar “pegados” al ser amado la mayor parte del tiempo. Conforme el en-amor-a-miento acaba, comienza una necesidad de espacios propios. Pero, en la edad media, esta necesidad se incrementa fuertemente y se añoran los tiempos de soltería, donde no había reclamos, cuentas por pagar, responsabilidades excesivas… Por eso se presentan las crisis de los cuarentas. Cuando queremos controlar a la pareja, esta termina por sentirse ahogada y querer salir corriendo de allí. Por ello, es imprescindible ser libre y dar libertad dentro de la relación. Es decir, se está en ella porque se elige, no porque te sientes obligado. No hay nada más lindo que saber que están contigo porque te eligen cada día, y eso, curiosamente, estas ganas de estar con el otro, es lo que sigue fomentando el deseo, porque sabes que “no lo tienes segur@”, lo cual, motiva a continuar conquistando a la pareja para seguir siendo atractiv@ a sus ojos. Desgraciadamente, muchas personas creen que amar es poseer, tener derecho a saber, opinar, intervenir e invadir  la vida del otro, lo cual, tarde o temprano, creará un infierno de relación.

La autonomía, a su vez, tiene dos problemas: por un lado, la propaganda del amor va en contra de esa autonomía. Por otro, exige una posición de igualdad entre los dos miembros de la pareja. Sin embargo, este punto, para los hombres, es muchas veces interpretado como un signo de desamor, de traición. No es extraño que sea esta una época muy proclive a los divorcios o a la violencia contra las mujeres.

El amor en cambio, responde a otras características en las que ha de trabajarse do manera comprometida por AMBAS partes, para satisfacer a cinco necesidades:

Ha de proporcionar un intercambio de bienes, símbolos y valores con el otro (la reciprocidad entre el dar y el recibir).
Ha de ocurrir que la existencia, la presencia del otro, sirva para enriquecer la propia.
La presencia del otro ha de suponer un aumento de las opciones disponibles para la acción.
Ha de darse una satisfacción erótica. Dar y recibir placer sexual del otro.
Ha de suponer una cierta trasgresión de los valores y costumbres dominantes. Es decir, la pareja necesita crear sus propios valores y costumbres que les acomoden a ellos aunque los demás no estén de acuerdo.

La próxima semana continuaremos hablando de este tema, ya que me parece importante que nos convirtamos en la mejor pareja que podamos ser.

¡Feliz semana!

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