Opinión

Las pinturas negras de Goya

13/01/2017 |10:20Margarita Magdaleno |
Redacción Querétaro
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¿Es posible encontrar belleza en el horror? No durante el proceso de vivencia, mientras el corazón, cuerpo y dignidad humanos son mortificados. Pero encontrar en esos trances la belleza es posible cuando el arte los toca y nos entrega elementos llenos de una belleza que estruja y obliga a reflexionar, aprender y lograr la magia de transformarnos. El arte es muy mágico.

Existe una maravilosa colección de 14 pinturas en el Museo del Prado que dan fé de ello. Francisco de Goya y Lucientes fue el autor de estas maravillas que nos estremecen y conquistan al mismo tiempo. En ellas podemos vivir el frenesí de ver un horror y experimentar la belleza….así son los genios ccuando se entregan hasta el fondo aunque de horrores se trate.

Estas obras nos hablan de los trances por los que pasó Goya, sordo y medio demente además de sentirse atormentado por mounstros y emociones personificadas en seres horrendos, que en aquel momento, poblaban su mente con inefable presencia y veracidad.

En la única propiedad que él adquirió, al otro lado del Río Manzanares, en Madrid, era una finca ubicada en un enorme solar y en una casa de dimensiones modestas, que se convirtió en atril y estudio del artista en este trance de locura y demostración de virtuosismo que lo atermentaron tanto como lo consagraron en su calidad de artista inigualable.

Se dice que estas pinturas retrataron la España cerrada del siglo XIX a través de las creencias vivas de la brujería, los aquelarres, la violencia y los pasajes tenebrosos en los se creía como verdades irrefutables. La realidad es que son el refejo de su soledad, desengaño, desilusión y todos los productos de su mente atormentada.

Lo relevante en todo esto es la calidad plástica de los trabajos, sin soslayar la creación de una mente lastimada por el dolor extremo del alma y la desilusión frente a las posibilidades de mantenerse vivo. Desde el punto de vista artístico puramente, los valores que contienen son extremos y van desde las composiciones hasta la capacidad profunda de representar gráficamente las emociones más delicadas del alma humana. Sin una palabra, en dos dimensiones y una tiza, los pinceles y ante la ausencia de lienzos las paredes, el privilegio único de un artista de cuerpo entero capaz de crear un mundo completo sin estudios previos, sin bocetos, sin discursos; simplemente, con el alma y el genio puestos en la misma ecuación de desahogo para entregarnos esas joyas del arte universal.

Se dice que la talla de un verdadero artista se mide por su capacidad de expresar emociones, sueños o alucinaciones intangibles a través de sus trazos en sus lienzos. Es decir, hacer de lo intangible algo que se mete en el alma y se vuelve tangible y profundamente comprensible. No importa si se trata de trazos figurativos o expresiones abstractas. Lo importante es cómo penetra en el alma del observador. No es cuestión de erudición sino de mirar y sentir. El disfrute se incrementa cuando además sabemos los orígenes, motivaciones y alarde de virtuosismo en las técnicas y el oficio de maestro creador. Cualquiera embarra lienzos, pero no cualquiera nos estremece con lo que hace.

A Goya no le importa ni la figuración ni la abstracción. Su interés se ubica en la demostración de la realidad de lo horrendo. No es un asunto de técnicas sino de profundidades. Su alma atribulada solamente buscaba –creo yo-  alivio y así, nos llenó de una belleza entrañable imposible de describir con justicia a través de las palabras. Hay que verlo e imaginarlo para poder tomarle el pulso a la verdadera dimensión de su arte.

Un señor llamado Friederich de Erlanguer compró la finca y decidió donar las pinturas al Museo Del Prado. Fue el pintor Martínez Cubells quien las extrajo para entregarlas al museo. Erlanguer en 1878 habló de ellas en la Exposición Universal de París en ese año; pero a nadie le interesaron los ensueños de un loco alusinado. Fue por eso que, venturosamente, fueron entregadas al Del Prado para disfrute de todos los millones de personas que hemos tenido la oportunidad de verlas.

El desfile de personajes nos habla del deterioro y las necesidades más viscerales de los humanos en las actividades imprescindibles para vivir como la comida y situaciones ineludibles como la vejez, más las creencias de un mundo desconocido, al que se recurre en búsqueda de respuestas como pueden ser todos los mundos intangibles de las brujas y sus aquelarres o las pasiones buenas y malas de los humanos capaces de sonreir o agarrarse a garrotazos como cualquier mortal que pelea con otro.

La quinta ya no existe y el traslado tuvo su costo porque se presentaron daños inevitables para su traslado. Posteriormente se restauraron y no faltó quien metiera pinceladas “de su cosecha”. Ni hablar, ya no podemos verlas con la integridad de la fuerza de su creador y su inteligente locura. No obstante siguen siendo un gran privilegio de la pintura universal.

Sin duda, Francisco de Goya y Lucientes fue capaz de mucho más y nos entregó  obras sublimes completamente distintas que van desde rostros de mujeres hermosísimas, infinidad de imágenes cotidianas, viñetas españolas de gran viveza, niños, animales, sin olvidar sus controverciaes Majas que agobiaron la moral española por su vestimenta o ausencia de ella y su habilidad en el uso de todas las técnicas que hablan de la calidad de sus dibujos, la precisión de sus grabados y la fuerte aplicación de sus pinceles.

Estamos frente a un genio y de eso no hay duda.

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