—Abuelito, este año ¿vamos a visitar algunas de las iglesias del centro?

—Hijo, tú sabes que no soy nada creyente, así que ese tema lo dejamos para otro día. Ya ves como andan las cosas con los “representantes de Dios en la Tierra”.

—Y ahora, ¿qué muina traes?

—Estoy muy enojado con el sacerdote ese que violó a un montón de niños y seminaristas, y que acaban de denunciar, en el Foro “Derechos de la Infancia ante la pederastia clerical”, que se acaba de realizar hace apenas unos días en Monterrey.

—Bueno, esos sacerdotes tienen más que ver con el diablo que con Dios. ¿O por qué te refieres en específico a este caso?

—¿Te acuerdas del camión naranja del odio que coordinaba Juan Dabdoub, y que la sociedad civil organizada expulsó de aquí de Querétaro? Bueno, pues todo ese relajito, anteriormente lo coordinaba Jorge Serrano Limón, asiduo detractor del derecho de abortar de la mujer, hasta que lo cacharon con que todo el dinero que recibía para ProVida, su asociación, se lo gastaba en tangas y juguetes sexuales.

—No pues no sabía nada de eso. Pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra?

—Pues resulta que al sacerdote viola-niños que denunciaron, es nada más y nada menos que Francisco Serrano Limón, ¡hermano del compra-tangas! Y fue hasta ahora que entendí la diabólica asociación que tenían: un hermano obligaba a las mujeres a tener a sus hijos, para después írselos a entregar en bandeja de plata a su hermano, para que los violara. 

—¡Ay, Abuelito! De verdad que a veces me das miedo. 

—¡Miedo te debería dar el Papa Francisco, fíjate! Primero cuando llegó al papado, respondió a un cuestionamiento sobre los homosexuales: “Quién soy yo para juzgarlos”, frase con la que se ganó el beneficio de la duda de una parte del sector LGBT, y el odio de la ultraderecha. 

—Eso se oía bien.

—Sí. Siempre y cuando no hubiera dado una serie de extrañas declaraciones en un libro que acaba de salir de él, y que fue realizado a manera de entrevista (1). Fíjate nada más, en ese libro dice que está preocupado por el número de sacerdotes y religiosos homosexuales, porque su Iglesia podría ser invadida por la moda de la homosexualidad. A ver, respóndeme ¿qué es una moda?

—La moda es algo que te causa alegría y satisfacción, que te hace feliz tenerlo y mostrarlo, y que el mundo entero te aplaude cuando lo tienes.

—¡Correcto! A ver, ahora dime al ser homosexual, ¿dónde está la alegría con respecto a algo que posees, pero que lo tienes que ocultar para que no se burlen de ti? ¿Por qué ocultar esa felicidad que tienes dentro para que no te agredan a golpes?, o ¿dónde está la satisfacción de que tus padres te corran de su casa a las 3 de la madrugada, sin importarles a dónde vas a ir a esa hora?

—No, pues no  sería algo de moda.

—¡Claro que no! A ver, ¿qué entiendes con esta otra declaración?: “A los curas, religiosos y religiosas homosexuales, hay que urgirles a vivir íntegramente el celibato”.

—Pues que los religiosos heterosexuales pueden romper el celibato.

—Y, estos comentarios: “Cuando hay candidatos con neurosis y desequilibrios fuertes, difíciles de poder encauzar ni con ayuda terapéutica, no hay que aceptarlos, ni al sacerdocio ni a la vida consagrada”. “Hemos de cuidar que sean psicológica y afectivamente sanos. La cuestión de la homosexualidad es muy seria”.

—¡Está diciendo que los homosexuales estamos enfermos! 

—Y luego, los sacerdotes violadores juran que no son homosexuales. Ellos son efebofílicos, y los menores de edad son los culpables, porque los seducen. 

—Mejor vamos a ver cómo brincan las piedras del camino, ellas no mienten.



(1) “Papa Francisco. La fuerza de la vocación. La vida consagrada hoy”. Fernando Prado Ayuso.

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