La obstinada realidad al final desmiente y pone en evidencia, tanto a los miembros de la clase gobernante y de la clase política, como a sus instituciones, quienes se empeñan en manipular la información con medias verdades, flagrantes mentiras o arrojando un velo de silencio sobre hechos comprobados. De ese modo pretenden exculpar o desviar la atención de los responsables, dando una versión distorsionada de los sucesos y a menudo culpabilizando a las víctimas.

Tal es el caso del trato y salida del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para brindar asistencia técnica internacional, desde la perspectiva de los derechos humanos, en la investigación de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero.

¿Cómo fue posible que la sociedad civil no tuviera una reacción, a fin de frenar la información que buena parte de los medios de comunicación manejó sobre el GIEI, que pasó de coadyuvante a ser incluso señalado de obstaculizar la investigación y se pidió por parte del gobierno mexicano su salida del país?

Noam Chomsky, destacado pensador contemporáneo, nos da algunas claves al señalar que en la masividad de los medios de comunicación sociales (prensa, radio, tv, internet, redes sociales, discurso de gobierno y élite, etcétera), están presentes cuando menos diez estrategias de manipulación mediática. Ya sean todas al mismo tiempo o la mayoría, combinadas e intercaladas, permanentes o temporales, van cumpliendo unas veces sigilosa y otras no tanto, su función de control individual y grupal, buscando claramente encaminar y continuar la manipulación social, para lograr que la “máquina del poder” siga marcando la forma y tiempo de la política económica, social, administrativa, local y nacional.

Veamos más de cerca. La estrategia de la distracción, también llamada “técnica del diluvio”, se basa en la distracción de todas las áreas, mantener la atención del sujeto a fin de distraerlo y ocuparlo. Desvía la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante continuas distracciones e informaciones insignificantes.

La estrategia de la distracción es indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales y mantenerlo lejos de los verdaderos problemas sociales. Otra estrategia es crear problemas y después ofrecer soluciones. La fórmula es: Problema-reacción-solución. Otra se basa en atentados o violencia creada, como crisis económicas o actos súbitos de “desorden”, donde aparecen los aparatos de gobierno a dar solución a lo que ellos crearon.

La gradualidad, que es la aplicación a cuentagotas de información, se impone durante décadas. Como ejemplo está la perene privatización, la desincorporación de bienes sociales o garantías, lo cual aparece como un designio inexorablemente fatal. Ahí están los programas de ajuste internacional o de generación local. Diferir de la población se presenta como una dolorosa pero necesaria solución a “futuro”. La masa espera ingenuamente que aquello que la demolerá social y económicamente se evite con el tiempo.

Otra estrategia es la de dirigirse a la gente como si ésta fuese de poca edad. Esto es un discurso patriarcal y maternal. No hay verdad, sino engaño, ya que se sugestiona al individuo para llevarlo a reacciones sin crítica.

Utilizar el aspecto emocional, más que el de la reflexión o el racional, es una clásica técnica para dominar el inconsciente, porque induce comportamientos basados en los sentimientos.

Mantener la ignorancia y la mediocridad, donde juega un papel crucial la calidad educativa, hace una brecha entre las clases sociales “inferiores” y las clases “superiores”. Es moda ser estúpido, mediocre y parte de una masa consumidora acrítica. Esta búsqueda de la mediocridad está dirigida a jóvenes generaciones, al igual que ha sido un impulso permanente de la manipulación mediática.

Al reforzar la autoculpabilidad, el individuo se asume como culpable de su desgracia, ya sea económica, social, educativa, laboral, etcétera. No se revela al sistema, porque se autodesvalida y deprime. No tiene un motor de acción hacia la situación generadora; y sin acción no hay revolución.

La manipulación mediática exige individuos acríticos y pasivos y conocer a los individuos mejor de lo que estos se conocen. Las élites concentran la ciencia y la tecnología, el sistema conoce mejor al individuo común, que éste a sí mismo. Este conocimiento ejerce un control y poder sobre el ciudadano, superado por la bastedad del conocimiento.

El escenario nacional da señales de cómo estas estrategias de manipulación mediática han estado presentes desde hace décadas, realizado su trabajo de zapa e impacto.

Ex director del Cedart.

Consejero electoral del INE.

fernandocorzantes@yahoo.com.mx

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