La planeación en México puede describirse como una historia de ensayo y error. El esquema que hoy tenemos a nivel federal y estatal, se fue gestando a lo largo de décadas de una manera más bien desigual, a trancos, podríamos decir. Como veremos a continuación, de manera muy sucinta, los momentos de impulso decisivo al tema de la planeación en México se debieron a contingencias, visiones personales e, incluso, a incentivos internacionales a los que el país estaba obligado a responder.

Un antecedente relevante de la planeación en México se sitúa en 1930, con la expedición de la primera Ley de Planeación General de la República. En 1933, el Partido Nacional Revolucionario (actual PRI), elabora el primer plan sexenal, inspirado en alguna medida en los famosos planes quinquenales del gobierno soviético. Estamos en vísperas del ascenso a la Presidencia del general Lázaro Cárdenas, quien instauraría la educación socialista. Al término de su mandato, en 1940, se elaboró el segundo plan sexenal, que no se ejecutó porque en 1939 había surgido, en el horizonte mundial, la terrible realidad de la Segunda Guerra.

El siguiente gran salto podemos situarlo en 1958, con la creación de la Secretaría de la Presidencia, que en adelante se encargó de la elaboración de los planes nacionales, regionales y sectoriales, orientados sobre todo a la productividad y el desarrollo económico.

La influencia internacional aparece con todo su peso en 1961, con la firma de la Carta de Punta del Ese, Uruguay. En ese lugar se reunieron los miembros de la OEA —a excepción de Cuba— para signar una gran “alianza para el progreso”, bajo la égida del gobierno de EU, representado por John F. Kennedy. La idea era transformar la década de los sesenta en una era de “progreso democrático” para todos los países de América Latina, que recibirían apoyo de Estados Unidos a cambio de implementar estrategias de planeación efectivas para lograr un desarrollo sostenido. Políticamente, se contrarrestaba la influencia de la triunfante Revolución cubana, estableciendo el compromiso de “acudir en ayuda” de cualquier nación americana cuya independencia se viera amenazada.

La respuesta de México fue el Plan de Acción Inmediata 1962-64, que planteó objetivos de corto plazo para cumplir con lo acordado en Punta del Este. De hecho, en 1963 se presenta una iniciativa de Ley Federal de Planeación, pero no es discutida en el Congreso. Es hasta 1971 cuando, por medio de decreto, se integran los Comités Promotores de Desarrollo Socioeconómico en los Estados (Coprodes), que una década después se transformarían en los Comités Estatales de Planeación para el Desarrollo (los actuales Coplades).

Finalmente, en 1980 se da el primer ejercicio concreto de planeación con pretensiones claras de integración nacional, el Plan Global de Desarrollo 1980-82. Se abría, por primera vez, una rendija de transparencia para informar a los mexicanos sobre la segmentación y aplicación del presupuesto federal. En 1983, tras el largo periplo que hemos intentado esbozar, se publica una Ley de Planeación nacional.

Lo anterior puede darnos una idea de lo que ha sido la historia de la planeación en México. Tras muchos intentos y tras los innegables avances que hemos logrado como país, es hora de completar el ciclo y darle a la planeación el lugar, los plazos y los contenidos adecuados para reforzarla como instrumento eficaz de desarrollo, a nivel nacional, estatal, regional y municipal.

Diputado local.

Coordinador de la fracción parlamentaria del PAN

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