“Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”.
George Orwell (1903-1950)
El pasado 10 de octubre, el gobernador de Puebla, Luis Miguel Barbosa, experredista, antiguo crítico de Andrés Manuel López Obrador y hoy fiel integrante de ese rebaño, pateó el avispero con una declaración en un mitin en Huejotzingo.
“19 meses nos tardamos en llegar al 2 de julio de 2019 y la lucha fue a machetazos, porque nos querían extinguir. No pudieron detenernos y con la ayuda de ustedes ganamos. Gracias amigas, amigos de Huejotzingo.
“Y así fue como ganamos en muchas partes del estado. Todos los que ganamos el primero de julio del 2018. Porque yo gané. Me la robaron, pero los castigó Dios”, dijo el mandatario poblano.
La expresión de Barbosa Huerta ante sus seguidores, en un evento controlado por su gobierno; al que acudieron beneficiarios de su mandato, no sólo es un insulto a Marta Érika Alonso y su esposo, Rafael Moreno Valle, quienes el pasado 24 de diciembre de 2018 perdieron la vida en un accidente del helicóptero en el que viajaban, cuyas causas aún no han podido ser explicadas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y llaman a la sospecha.
Las declaraciones de Barbosa también significan un eslabón más a la cadena de expresiones mostrencas y de patanería que han caracterizado a integrantes del nuevo régimen.
Además de los ya muy señalados y criticados fifís, camajanes, pirrurris, hampa del periodismo, títeres, hipócritas, dos caras, minoría rapaz, sepulcro blanqueado, aprendiz de carterista, espurio o farsante, sólo por mencionar unos pocos del mismísimo presidente Andrés Manuel López Obrador; hay otras joyitas que integrantes de la cuatroté nos han regalado en estos casi 11 meses de gobierno.
Junto con la sumamente inoportuna afirmación de Barbosa Huerta, que le valió la crítica de propios y extraños en el Senado de la República y la exigencia, también de los suyos y de la oposición, para que ofrezca una disculpa pública, otros personajes ligados al poder federal y a Morena, el movimiento político que le dio origen, han dado muestra del desprecio que tiene esa clase política del lenguaje adecuado, incluyente y moderado.
Cómo olvidar el “se las metimos doblada camarada” del hoy director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, en un encuentro con intelectuales tras la victoria de AMLO en la elección del año pasado.
O aquella otra de José Manuel Mireles, subdelegado del ISSSTE en Michoacán quien llamó ‘pirujas’ a las mujeres derechohabientes de ese instituto, lo que no le ganó ni la más mínima llamada de atención, ni de sus jefes inmediatos, ni del propio titular del Ejecutivo Federal, quien apenas atinó a decir que ‘seguramente’ el exdirigente de las autodefensas michoacanas, se disculparía.
Pero ahí no ha quedado la cosa; también un destacado integrante de la 4T, aunque no por su brillantez, sino por su cotidiana patanería y el porrismo político con el que actúa, se sumó a este cuadro del horror.
El diputado federal petista, Gerardo Fernández Noroña afirmó la semana pasada en Tlaxcala que había una legisladora federal que —según él— tenía vínculos con la trata de personas y que a cada rato ‘abría el hocico’.
“Denme elementos para ponerle una chinga”, pidió Gerardo Fernández Noroña a los asistentes al evento; así le fue luego con legisladores de todos los partidos, también del suyo y de Morena.
El legislador terminó por disculparse, lo mismo que Mireles y el escritor Paco Ignacio; no así el gobernador Barbosa, quien, hasta el momento de escribir esta colaboración, guardaba silencio.
Bien decía el escritor y filósofo español, Miguel de Unamuno que ‘la lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo’ y ateniéndonos a esa máxima, entonces podemos concluir que es así, así exactamente, como una parte de la cuatroté piensa y actúa. ¡Les digo!
El último párrafo. Entre el Lecumberri de los setenta y el Palacio de Cobián del 2019 hay una diferencia abismal que los iguala; en el Lecumberri de la década de los setenta se torturaba, incluso asesinaba a quienes no coincidían con el régimen y delinquían para protestar; hoy, en el Palacio de Cobián del 2019; ya no pasa eso, ahora a quienes cometen delitos como una forma de presionar al régimen, no sólo no son detenidos y procesados; mucho menos son torturados, no; ahora se les concede TODO lo que pidan; no vaya a ser que la opinión pública acuse a la cuatroté de represora y si lo dudan, pregúntenle a los taxistas que desquiciaron la Ciudad de México o a los normalistas de Tellería que secuestraron a choferes de una línea de transporte y robaron camiones de la misma. Todos están impunes, pero no olvidemos que los extremos se tocan. ¡Digo!
@Paniagua_Fdo