Musicalia
En nuestras tres anteriores entregas tratamos el tema del ballet clásico. Hablamos de Tchaikovski y de sus tres ballets más populares; hablamos también de Stravinski y del ballet clásico moderno. A partir de ahora continuaremos con la serie de compositores de música clásica, incluyendo la ópera, que iniciamos al principio de estas columnas.
Richard Georg Strauss nació en Múnich, Alemania, en 1864 y falleció en Garmisch, en 1949. No confundirlo con los Strauss austriacos, los dos Johannes I, y II, y Josef, creadores de los popularísimos valses el Danubio Azul, los Cuentos de los Bosques de Viena y la Marcha Radetsky (tema de nuestra próxima entrega).
Richard fue un compositor y director de orquesta, de familia de músicos, cuya larga y riquísima trayectoria abarca desde el romanticismo tardío hasta la mitad del siglo XX. Strauss, junto con Gustav Mahler, representa el extraordinario florecimiento del romanticismo germánico que inició Richard Wagner. La música de Strauss, tanto de sus obras sinfónicas como de sus óperas, se caracteriza por un desarrollo muy refinado de la orquestación y un tejido armónico muy complejo y avanzado. De hecho, de alguna manera continúa la muy elaborada orquestación de Wagner. Las obras de Strauss se encuentran entre las más destacadas del siglo XX e influyó profundamente en los compositores que le sucedieron.
Strauss es conocido y reconocido principalmente por sus óperas, sus poemas sinfónicos y su ‘Lieder’ (canciones de un solista acompañadas por piano). En 1919 es nombrado director de la Ópera Estatal de Viena, una de las casas de ópera más importantes del mundo, cargo en el que sucedió a Mahler. Entre sus óperas destacan: Arabela, Ariadna en Naxos, Capriccio, Elektra, Intermezzo, La Mujer sin Sombra, El Caballero de la Rosa, y Salomé. Para el que esto escribe su obra cumbre vocal es Las 4 últimas canciones: Primavera, Septiembre, Al ir a Dormir, y En la Puesta de Sol, bellísima obra de un romanticismo excepcional (la versión que recomendamos es con la soprano Renée Fleming y la Orquesta Sinfónica de Houston). Para su Lieder se recomienda la versión con la soprano Jessye Norman y Geoffrey Parsons al piano.
En el Metropolitan Opera House de Nueva York el que escribe ha tenido el privilegio de ver El Caballero de la Rosa con la Fleming, en el papel de la Marschallin y la Mezo soprano Susan Graham como Octaviano. También en el Met hemos tenido la suerte de ver una fabulosa puesta en escena de la ópera Salomé con la soprano finlandesa Karita Mattila, quien en la ‘danza de los siete velos’ se va quitando cada uno de esos velos hasta quedar desnuda.
Su producción sinfónica es igualmente extraordinaria. Quizá la más conocida es su poema tonal Así habló Zaratustra, inmortalizado en la introducción de la icónica película de Stanley Kubrick ‘2001: Odisea en el Espacio’, su obra maestra y ganadora del Premio de la Academia en efectos especiales visuales, en 1968. Otros temas tonales muy destacados son Una Sinfonía Alpina, La Vida de un Héroe y Muerte y Transfiguración. Otras obras sinfónicas dignas de mencionar son Don Quijote, preciosa obra para chelo y orquesta (recomendamos la versión con el famoso chelista chino-francés Yo-Yo Ma); la Sinfonía Doméstica y la música incidental El Gentilhombre Burgués.
El famoso pianista canadiense Glenn Gould describió en 1962 a Strauss como ‘la figura musical más grande que ha vivido en este siglo’. Richard Strauss es una joya deslumbrante; no podría entenderse la música del S. XX sin él.
*Diplomático queretano; diletante de la música clásica. Twitter: @fgcossio